4.1.1.14.9 El poemario “Tengo”, de Nicolás Guillén, 1964
Tras producirse el Triunfo de la Revolución en 1959, Nicolás Guillén regresa con prontitud a la Patria, pues aunque no estuvo directamente vinculado al movimiento revolucionario, las afinidades entre este y las aspiraciones sociales de Guillén, las utopías de algún modo plasmadas a lo largo de su trayectoria lírica, tomaron cuerpo de realidad en la obra revolucionaria, de cuyas acciones más trascendentes fue auténtico y ferviente cantor.
“Tengo”, constituye el testimonio del estado emocional colectivo que siguió al primero de enero de 1959 y se venía gestando desde la etapa de luchas, en la creciente confianza en la victoria. La integración racial, la vindicación de los desposeídos, la ruptura con el sistema político precedente y el cese de la hegemonía norteamericana, presentes en el discurso revolucionario, comienzan paulatinamente a realizarse y ello provoca el anclaje de Guillén en sus circunstancias, en la realidad inmediata, de una poética alucinante hecha de latido social.
En todo ello la única sombra la constituye el peligro de las sostenidas pretensiones imperiales, las agresiones de toda índole ejecutadas o auspiciadas por sicarios del Imperio, que impregnan a veces su lírica de un trémolo temblor pero sin llegar a minar los cimientos de su confianza.
El poemario está conformado por cuatro secciones, con los títulos de “Sones, sonetos, baladas y canciones”, “Romancero” y “Sátira”, más una inaugural que consta de 19 piezas poéticas. Esta primera parte constituye la reverencia del autor ante la llegada de un nuevo tempo para la nación, en este sentido establece una antítesis entre el presente y el pretérito, este último con su carga de racismo, colonialismo y dominación imperialista.
El denominado yo múltiple que ha tomado cuerpo en otras producciones guillenianas, cobra aquí su auténtico sentido en tanto es auspiciado por el orden social instaurado, la abolición de las prerrogativas y las castas que impedían realmente el florecimiento de un bien común, de una poética que pudiera representar realmente el sentir de todos, vedada antes por los antagonismos de las clases sociales.
Aunque existen algunos textos engendrados en circunstancias complejas desde el punto de vista histórico, como “Responde tú…” en el cual fustiga a quienes tomaron la decisión de emigrar, otros presentan un alto vuelo estético, en este sentido el poema más representativo y trascendente para la sensibilidad popular es el que da título al poemario, que expresa desde el yo poético singular el recobramiento del propio país, domeñado secularmente por la metrópolis española y usurpado por más de medio siglo por intereses foráneos:
“Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto como ha podido ser.
(…)
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reír.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.”