4.4.7.1 La sonrisa vacía, de Francisco José Castellanos (1892 – 1920)


“La sonrisa vacía” fue un texto publicado en 1915 por Francisco José Castellanos, aunque la tesis del mismo es política, ella aparece envuelta en una filosofía de vida que se abre a múltiples lecturas. Le otorga un valor fundamental a la “construcción” como forma de vida, el hombre que edifica su tiempo y configura su realidad, permanentemente, pero no como Sísifo y en este sentido es el reverso del mito y donde radica el optimismo del autor.

Propone como ideal de conducta: “Combatir en uno mismo el ser intransigente, la sensibilidad enfadadiza; tejer, más alto que todo lo que hacemos, y más lejos, en la distancia inaccesible, la red de luz en que concurra, como en un mismo pensamiento, lo vuestro y lo de todos (…) levantar cuanto se puede la alegría y el entusiasmo de esa fuerza y de esa juventud: el valor de la vida.”

Su concepción de lo colectivo y lo individual, concomitante en un mismo discurrir de las acciones humanas, se aprecia también en el texto; así como la amplitud ideática en la que se mueve el autor, su propósito de superar todas las antítesis (éxito – fracaso, individuo – sociedad, etc), lo cual a veces desemboca en un lenguaje de difícil desciframiento, cuyo sentido último quizás no haya sido del todo revelado.

Como prefiguración de su tesis política, el autor se refiere a la sinceridad del cubano, a su entrega; aparentemente en relación con el vecino del Norte; pero sin referentes explícitos, aunque resulta elocuente su consejo de “no abandonar nuestra hacienda, porque somos incapaces de conservarla, al advenedizo que al cabo nos la usurpa”

Al cabo, la “sonrisa vacía”, como símbolo trae a la luz el tema del choteo, aunque de modo implícito –en este sentido resulta significativo que precisamente fuera Jorge Mañach, autor de “Indagación del choteo”, quien rescatara después este texto en “Revista de Avance”- la risa a veces contagiosa de raíz pueril, que es en definitiva una máscara de la frustración cuando se ha dejado de “construir”, en este contexto quizás ya con el significado de luchar.

El texto culmina con esta frase: “…derrotar los valores aparentes es dar a la vida sus legítimos valores. Y cuando hayáis demolido, y hundido, y echado abajo, lo que se alce de los escombros, será vosotros mismos”

En la misma se aprecia como en su cosmovisión se anulan las antítesis, en este caso la dada por los polos de “construcción – destrucción”. La lectura política, que está anclada a numerosas alusiones, puede extenderse desde el cambio de valores hacia el cambio de sistema, transmutación que engarza con los empeños renovadores que sostenían en ese entonces poetas como Regino. Eladio Boti y José Manuel Poveda, todavía sin una clara definición ideológica.

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