4.1.2.4 Las coordenadas esenciales de la poética de Ángel Gaztelu (1914 – 2003)
Ángel Gaztelu, de origen vasco, se estableció en Cuba en 1927 y cursó la carrera eclesiástica en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de la Habana, se mantuvo residiendo en la Isla hasta poco después del triunfo de la Revolución, etapa en la cual emigró a los Estados Unidos y se estableció en la ciudad de Miami. Por lo que se conoce no continuó su trayectoria poética una vez en esa ciudad y se desempeñó como párroco hasta el final de sus días.
La religiosidad de Angel Gatzelu se extiende de modo natural a su poética, fervor al que llega por vía sensorial, desde una comunión con la naturaleza a través de la cual accede al creador, actitud más de consustanciación que meramente contemplativa.
El mundo sensible le interesa como prolongación del hálito divino y lo incorpora a su simbología poética con un fin trascendente. Su poética recuerda el culto de Fray Luis de León a la divinidad, figura a la cual homenajea en uno de sus textos y que constituye patrón de lirismo y religiosidad a un tiempo, sin menguar la originalidad, fertilizada también desde lo insular
Se desenvolvió con igual naturalidad en el ámbito de las formas poéticas tradicionales, como la décima y el soneto, y en un verso libre de depurada musicalidad. En este sentido, prefirió las rimas asonantes y a veces diluidas, que tienen algo de azaroso en las disposiciones de vocablos; lo estético en él tenía sin embargo una fuerte raíz de aprehensión fruitiva del mundo, belleza directamente derivada.
Sus versos transpiran cierto neoclasicismo en la mesura sentimental; pero concurre en ellos un barroquismo que no es mero artificio de lenguaje sino exuberancia de la realidad y sus criaturas. Su poética se integra armoniosamente a lo cubano sin angustias y sin quiebras, búsquedas en la tradición y la incorporación al natural fluir desde las fuentes remotas del lirismo.
Colaboró en numerosas publicaciones periódicas, además de la revista “Orígenes”, entre ellas “Grafos”, “Musicalia”, “Verbum”, “Espuela de plata”, “Nadie parecía”, “La quincena” e “Islas”, entre otras. Como parte de sus funciones religiosas, es asimismo autor de “La Iglesia Parroquial del Espíritu Santo de la Habana. Reseña histórica”. Devoción y lirismo se entretejen en sus páginas con notable cincelado artístico.