4.1.2.9.2 “Sedienta cita” (1944) y otros poemarios de Cintio Vitier (1921 – 2009)
En “Sedienta cita”, se mantienen los tópicos de su producción poética anterior, en donde la extrañeza ante la realidad y ante el suceso como tal, el paso del tiempo y su propio ser, le resultan sustancia a veces desconocida y que trata de aprehender en todos los sentidos, desarrollando más la vertiente fruitiva, como ya se ha expresado, no solo en lo plácido sino también por el costado dolorido de la realidad.
El poema que da título al texto trasluce nuevos hallazgos líricos e incorporaciones temáticas de la realidad, a partir de su acercamiento a César Vallejo y José Lezama Lima, como apuntaría el propio Vitier; pero todo ello desde un cosmos expresivo hecho de sí mismo, aunque abierto a los caudales de la vida y la poesía, dentro y fuera de la Isla:
“Cito textualmente las estrellas
y el hogar complejo de la naranja herida.
Diminuta es la luz en que el buey se esconde
lejos del ave, asoleando eternamente
las estudiosas manos del guajiro,
sus diez uñas sonoras de cavar el viento.
Dónde estuve, qué es esto, que era tanto,
por qué laúd de sufrir o cal o estiércol frío
se me propaga en piedras la voracidad del corazón.
!Ay, los dorados mulos de su costa difunta!
Veo mi rostro en el soez cristal partido,
en la espuela rota, en la leve nieve del sillón de mimbre.
Cito el insólito fieltro de las nubes idas.
Qué flora vuestra, qué dolor, qué tacto aherrojado y libre
desciende, estricto juez de oro, y canta.
Sí, desciende, paño de la luna, sobre un sucio mendigo,
y descarnándolo hasta sus flores o risas o planetas canta:
grácil noche de todos, ala de todos, vago perro.”
En el poema, quizás el mejor logrado del poemario, se aprecia la búsqueda del sentido de los aconteceres, ante los cuales el poeta parece sentirse desnudo con su interrogación, siempre en pos del desciframiento del enigma de la vida. Se ve ya aquí una poética que se ha alejado de las esencias puristas y el mero sabor de la palabra para bucear de algún modo en la impureza de lo real.
Un año después publicaría “Extrañeza de estar”, de la cual su propio título indica un sentimiento que fue consustancial a la poética de Cintio, sobre todo en el sentido de realizar los plenos vínculos con su circunstancia. La realidad vista como sueño, en el sentido de velada a los ojos y al intelecto humano, configura el poema titulado “Un hombre, un cruel tamaño”, del cual se transcribe la parte final:
“(…)
Qué extrañeza de ser. Que desazón
de oír la tabla fantasiosa
mientras pulso el reloj y el barco arde
y aquel eterno en su penuria queda.
Dejo al azar que entreabra ese tesoro:
memoria velozmente desgarrada,
cántico de su herida.
No sé si es la inocencia lo que añoro,
si es dios, fugacidad o espada
el éxtasis que expreso de la vida.
Miro otra vez al hombre sobre el mundo,
y otra vez solo suenan estos ojos
oníricos sin fin de roca
funeral y perdida criatura.
En su alma o su sexo no me fundo.
Con brizado eucalipto, con despojos
de esfinges ya la noche más barroca
que el sueño transparenta mi locura.”
Justo en el año 1944 comenzó a publicarse la revista Orígenes y en su mismo primer número aparecieron algunos versos de Cintio, bajo el título de “Esfinge fugaz”. La labor del grupo Orígenes en sentido general y la de Vitier en particular se fecundaron mutuamente, sobre todo en cuanto a una poética no monolítica pero sí de múltiples vasos comunicantes en cuanto al vínculo con la realidad y el sentido trascendente de la poesía.