4.1.3.4.2 “Fuera del juego”, poemario publicado por Heberto Padilla en 1971
“Fuera del juego”, además de constituir el punto del viraje político que efectuara Heberto Padilla en la década de los sesentas, tiene también importantes méritos líricos que rompen con el tono de la loa revolucionaria, si bien importante en propósito, desgastada por la reiteración de las fórmulas y los tópicos y el excesivo énfasis político social, aunque Padilla cambiara su signo sin abandonarlo del todo.
El texto recibió el Premio de Poesía de la UNEAC, otorgado por unanimidad por un jurado del cual formaban parte José Lezama Lima y José Z. Tallet, lo cual desató una gran polémica dado el carácter no revolucionario de algunos versos, lo cual fue precisado incluso en el prólogo a instancias de miembros de la Unión, aunque el espíritu de lo lírico primó finalmente sobre lo político dado el hecho de que el texto sí fue publicado.
Este poemario entraña una íntima musicalidad que se mantiene en la oscilación entre lo íntimo y lo decididamente social, en este impera el coloquialismo y el poeta prácticamente se deshace de las influencias neorrománticas que habían ido extinguiéndose a lo largo de sucesivas páginas, anclando en su realidad aunque desde una postura crítica.
Uno de los textos más antologados del cuaderno se titula “En tiempos difíciles”, el cual ilustra su sentir con respecto a las exigencias del proceso revolucionario, en cierto modo el peligro de disolución de la identidad individual en una marcha colectiva demasiado monolítica, absorbente y era esta una reacción que otros intelectuales compartieron, válida por su autenticidad y la estética de su plasmación, más allá de su verdad, tan difícil de elucidar. Se transcriben íntegramente estos versos:
“A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles
¿algo mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles
esta es, sin duda, la prueba decisiva.”
Este poemario resulta clave para la intelección y la empatía emocional con el poeta Heberto, quien padecería hondas contradicciones en su percepción de la realidad cubana, si bien se muestra siempre amante del suelo patrio que lo viera nacer, estas sin embargo no fueron únicamente suyas sino que definieron a parte de su generación y en cierto modo las ganancias y también los errores políticos y culturales que entrañó el proceso emprendido en Cuba a partir de 1959.