2.2.3 El ideario y la obra político – filosófica, periodística y ensayística de Félix Varela (1787 – 1853)
Félix Varela desempeñó un papel de suma importancia en la formación de la conciencia de nación, y dado sus funciones de educador, ello no quedó solo como una evolución de su pensamiento personal sino que anclaría en la conciencia de sus discípulos y seguidores. Varela fue un digno antecesor de muchas ideas presentes en el corpus ideo-temático de la obra martiana y su influencia fue tal que José de la Luz y Caballero llegó a expresar: “mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero a pensar”
Sobre todo, pensar en la Isla y su destino, aspecto crucial de sus análisis vertidos a modo de ensayo y en artículos periodísticos, como los que publicó en “el Habanero”, periódico que funda en 1924 al iniciar su exilio en Filadelfia, Estados Unidos, pues es condenado a muerte en España por sus ideas liberales. Su ideología política saltó definitivamente la brecha entre el pensamiento reformista más avanzado y el independentismo, el cual propulsó con fuerza desde sus escritos, no solo para Cuba sino desde una óptica americanista.
Asimismo, en los planos filosófico y didáctico rompió con la escolástica dominante en la enseñanza de las ciencias e introdujo la experimentación como vía hacia el conocimiento y los principios del racionalismo cartesiano, en los que el análisis resultaba primordial para entender los fenómenos, superando el dogmatismo obnubilante que imperaba en el ámbito académico de su tiempo.
Los tres hitos fundamentales de su obra están marcados por “Miscelánea filosófica”, publicado en 1819, los artículos de “El Habanero”, que tuvo una breve existencia desde 1824 a 1826 y “Cartas a Elpidio, sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo, en sus relaciones con la sociedad” (1835 – 1838) Además de la transición de su pensamiento político que ocurre entre 1823 y 1824 aproximadamente, el estilo de su pluma se libera un tanto de los moldes neoclásico para aproximarse más al romanticismo, ello sin perder la sobriedad de fondo y forma.
Algunos críticos lo consideran nuestro primer ensayista a cabalidad, su prosa combina efectivamente una vasta cultura de la lengua hispana más pura con frases emanadas del pueblo, incluso coloquiales, pero ello logrando una expresión sin afeites e inteligible en todas sus facetas, como convenía a las intenciones didácticas que siempre abrigó.
Sus textos del exilio, en el que transcurrieron los últimos 30 años de vida, se suman al amplio imaginario de la literatura del desarraigo y la evocación nostálgica del país lejano, a pesar de que el escritor fue parco en cuanto a emotividad. Varela alcanzó desde la prosa la misma concreción de las ideas de patria e independencia –aunque intuiría que las condiciones todavía no estaban maduras para iniciar la lucha- que Heredia reflejó con singular maestría en su lírica.