Miguel Melero Rodríguez (1836 – 1907), pintor y escultor
Miguel Melero Rodríguez, nacido en La Habana, fue un artista prolífico que no solo se especializó en el retrato sino que también recreó naturalezas muertas, así como temas históricos, religiosos y mitológicos. Legó además pequeños cuadros de caballete que permiten reconstruir una faceta muy importante de su obra pictórica y del arte insular decimonónico, en sentido más amplio. Entre sus profesores cabe mencionar a Frederic Mialhe y a Hércules Morelli.
Con poco más de treinta años ya había viajado a España, Francia e Italia, lo que le permitió estar en contacto con las corrientes vivas del arte europeo, donde los temas mitológicos de origen griego y latino continuaban ocupando un lugar relevante desde el Renacimiento, ello lo refleja, por ejemplo, en “El rapto de Dejanira por el centauro Nesso”, pieza que aún se conserva en la Academia de San Alejandro.
Sin embargo, la temática religiosa -católica- ocupó un espacio fundamental en su obra, lo cual puede estar asociado no solo a su vocación sino a que las instituciones eclesiásticas constituían entonces uno de los principales mercados del arte. Entre los títulos que concibió en este sentido se encuentran “El juicio final” -pieza de grandes dimensiones emplazada en el altar mayor de la Capilla del Cementerio de Colón-, “Jesús y Margarita de Alcorque” y “Santa Teresa de Jesús”.
La figura de Cristóbal Colón inspiró muchas de sus piezas, entre las que se encuentran “Colón en el Consejo de Salamanca” e incluso una escultura del Descubridor de América, ubicada en el parque que lleva su nombre. No son numerosas las piezas escultóricas de Melero Rodríguez que han perdurado hasta nuestros días, sin embargo se conserva la de José. A. Cortina, erigida en su sepulcro de la Necrópolis de Colón.
Por último, y no por ello menos importante, resulta imprescindible reseñar brevemente la labor docente de este artista. Primeramente fue profesor de dibujo del Colegio El Salvador, dirigido por el insigne filósofo José de la Luz y Caballero. Más adelante sería director de la Academia de Bellas Artes San Alejandro -el primer cubano que estuvo al frente de la Institución- en la que implementó una serie de reformas, la más importante de ellas fue la de permitir la entrada a la mujer en sus aulas, en fecha tan temprana como 1878. Entre sus discípulos se cuentan Arburu Morell y Armando García Menocal.