Esta novela de Francisco Calcagno constituye un intento de aunar las concepciones científicas más avanzadas de su tiempo, vinculadas a los hallazgos darwinianos, con la función ficcionalizadora de la literatura, desde el punto de vista estético no lo consigue del todo pero sí presenta ideas sociales renovadoras y que entraron en contradicción con los más caros preceptos ideológicos de su tiempo.

El desarrollo del argumento es disfuncionalmente interrumpido por definiciones más propias de un ámbito puramente científico, su pretensión de constituir simultáneamente una novela de aventuras se entorpece por la falta de dinamismo de algunos pasajes

Aunque el texto no está exento de atisbos racistas, en tanto presenta al negro como situado en un punto entre el mono y el hombre (blanco) en la escala evolutiva, constituye asimismo un intenso cuestionamiento a la esclavitud, desde una posición científica. Debe tenerse en cuenta que para la época las posiciones abolicionistas eran minoritarias y censuradas dentro de sistema de sujeción colonial.

No niega la religión pero la sitúa en una posición inferior a la ciencia y en sentido general a la cultura humana, en este aspecto sus posiciones entroncan con el racionalismo cartesiano y las posibilidades de aprehender conocimientos a través del intelecto del hombre, de lo que el texto da muestras a partir de lo que puede llamarse un viaje de descubrimientos, en los planos físico y espiritual.

Una erudita hilaridad recorre todo el texto, la cual constituye un instrumento literario para detectar concepciones dogmáticas y tratar de revertirlas. El lenguaje del escritor es gramaticalmente correcto y trasluce vastos conocimientos relativos a diversas esferas de la ciencia y la cultura; pero también la vida humana tal como transcurría en la sociedad decimonónica cubana.