3.2.3 La obra literaria de Esteban Borrero (1849 – 1906), textos narrativos
La obra vital y literaria de Esteban Borrero, por el escaso conocimiento que se tiene de ella, amerita un estudio más detallado. Médico, educador, periodista, luchador independentista, fue un intelectual consecuente que tuvo que abrirse paso a través de la pobreza y el sufrimiento humano; pero lo hizo con el cultivo del intelecto en diversas esferas científicas y culturales y, lo más difícil para la época, sin claudicaciones en el ámbito moral o ideológico.
Aunque es cierto que padeció el olvido de muchos de sus contemporáneos y hasta cierto punto de la posteridad, hombres destacados de la cultura cubana dieron testimonio de su valía, entre ellos Julián del Casal y Enrique José Varona.
Su obra narrativa se inicia con la publicación de “Calófilo”, en la Revista de Cuba, en 1879. En este texto se evidencia el inmanente pesimismo del autor –después acrecentado por trágicas iteraciones de la muerte- la conducta evasiva en diversos planos, afín al espíritu del modernismo, y la propia atracción por la muerte, a través del suicidio, decisión que toma finalmente en 1906 quizás por no poder sobrellevar la muerte de sus seres queridos y la sustancial soledad de las postrimerías de su vida.
Publicó también “Cuestión de Monedas”, quizás como parte del volumen “Lecturas de Pascuas”, publicado en 1899 con ilustraciones realizadas por sus hijas, Dulce María y la ya en ese entonces desaparecida Juana Borrero.
Había escrito con anterioridad el texto narrativo “Aventura de las hormigas”, sobre el que Casal expresaría (antes de que publicara “El ciervo encantado”, cuando ya Casal había muerto): “Su obra maestra en prosa, tanto por la forma como por el fondo, me parece que es La aventura de las hormigas, de la cual se han publicado muchos capítulos en la Revista Cubana. Es una obra satírica superior a L’ Inmortel de Alfonso Daudet, por la amplitud del asunto, por la manera de desarrollarlo y por los conocimientos revelados en sus páginas. Cervantes o Voltaire hubieran puesto su firma al pie de algunos pasajes de este libro profundo, amargo y original.”
Uno de sus textos más significativos en cuanto a contenido político fue el que dio a la luz en 1905, titulado “El ciervo encantado”, el texto está poblado de referencias eruditas que distraen la atención del lector, de naturaleza satírica, establece una clara analogía entre el intento de dar captura a un ciervo y el anhelo de libertad, después impedido por la intervención norteamericana; sirva un fragmento para ilustrarlo:
“…pidieron entonces auxilio a una gran nación vecina de quien era fama que había cogido hacía años su ciervo, y la invitaron a que los ayudase, por amor al arte cinegético, á coger el que por espacio de casi media centuria habían vanamente perseguido, y sin el cual así lo declaraban á gritos, no podían vivir. No se prestaron de momento los poderosos vecinos a tal propósito pero desazonados al cabo por la gran agitación que en la isla, muy próxima a ellos, reinaba, y por el ruido de las correrías de los isleños que no les dejaban dormir en paz su siesta, resolvieron acceder (…) Dueños ya así del territorio los cuerdos y sagaces aliados de un día, impusieron, naturalmente en la Isla su gobierno, industria, costumbres y habla…”
Además de estos textos, su vocación educativa lo hizo concebir el título “El amigo de los niños”, que fungió durante mucho tiempo como material para la enseñanza primaria, en su prólogo aboga por la formación de valores a la par que conocimientos y a través del cuerpo del texto expresa la idea de la importancia de la virtud, por encima incluso del saber; aunque cree firmemente en la posibilidad de conciliar ambos, tal y como lo hizo a lo largo de su vida.