3.7.9 Los textos de crítica literaria de Aniceto Valdivia (1857 – 1927)
Aniceto Valdivia, conocido también por el seudónimo de Conde Kostia, viajó a España a la edad de 14 años y allí obtuvo el título de Licenciado en Leyes en la Universidad de Santiago de Compostela de Madrid. Alcanzó cierto reconocimiento en la órbita de la cultura matritense, en el contexto de lo cual publicó textos en El Globo, El Pabellón Nacional, Madrid Cómico, El Imparcial y dio a conocer su obra dramática en verso “Senda de abrojo”.
Su filiación política fue independentista; pero ello no tuvo demasiada incidencia en sus juicios literarios, estos por lo general aparecen dispersos o a través de la referencia a un mixtifori de obras y autores, lo cual dificulta una lúcida valoración de sus escritos, los cuales incluyen crónicas teatrales y criterios sobre otras manifestaciones artísticas, tales como pintura, escultura y música.
Aunque Aniceto Valdivia al parecer poseía un caudal considerable de conocimientos, algunos de sus juicios errados o demasiado categóricos revelan cierta impremeditación o talvez prisa en la escritura, lo cual irritó incluso en ocasiones a los lectores que le profesaban admiración.
Parte de las aseveraciones críticas de Valdivia pueden rastrearse en una serie de obras que prologó, entre estas “Niñada”, de Luis Vega Poey; “Mi libro de Cuba”, de Dolores Rodríguez de Tío; “Gemelas”, de los hermanos Uhrbach; “Rimas”, de Juana Borrero y “Entre Brumas”, de Andrés Clemente. Vertió sin embargo algunas opiniones interesantes sobre la lírica cubana de la etapa finisecular.
A diferencia de otros críticos, reconoció los aportes del modernismo y de la lírica francesa; pero pronunciándose a la vez contra la excesiva mímesis que primó en los poetas de la Isla, en detrimento de la incorporación creativa de los hallazgos de este movimiento. Reconoció a Julián del Casal -de quien fuera íntimo amigo- como exponente de este en América.
Entabló una fructífera amistad con Rubén Darío, alentada a partir de los viajes que el poeta nicaragüense realizara a Cuba. Además de redactar algunas piezas teatrales, publicó textos de heterogéneo contenido en “El Palenque literario”, “La Lucha”, “La Habana elegante”, “El Fígaro”, “El Triunfo”, “Revista Cubana” y “El Hogar”.
Se radicó en México desde 1895 y regresó a Cuba tras instaurada la República en 1902, a su retorno continuó desarrollando una labor cultural destacada y cumplió también funciones diplomáticas en Noruega y Brasil. A pesar del poco fundamento científico y literario de algunos de sus juicios y el entresijo de datos no del todo corroborados, sus textos presentan algunos aciertos que deben ser revalorizados por la crítica contemporánea.