1.4 Inicios del choteo en la literatura: la obra “Testamento de D. Jacinto Josef Pita”, escrita por Rafael Velázquez después de 1762
El Choteo, modo muy latinoamericano y caribeño de nombrar o concebir el humor, está asociado indisolublemente a la clase de los criollos y su progresiva diferenciación cultural con respecto a sus ascendientes españoles y las propias raíces negras, sin negar ninguna de estas fuentes; incluso el fenómeno mereció un estudio particular llevado a cabo años después por Jorge Mañach en su ensayo “Indagación del choteo”.
Este estaba ya presente en la vida del pueblo, como vía simbólica de escape al ambiente opresivo que imperaba en la sociedad colonial; pero su irrupción en la literatura indica un paso más de toma de conciencia de lo autóctono y la elevación de temas populares al nivel de arte.
El presbítero Rafael Velásquez nació y residió en la Habana, pero no ha sido posible precisar los años exactos entre los que transcurrió su vida; la única obra de su autoría de la cual se tiene noticia, “Testamento de D. Jacinto Josef Pita” fue escrita en algún momento entre la Toma de la Habana por los Ingleses en 1762 y el período finisecular.
Los personajes son todos individuos que vivieron en la época, incluyendo el protagonista a que alude el título del texto y cuyo testamento en el ámbito de la ficción es encontrado por uno de los personajes, la lectura del mismo, en compañía de otros, entreteje el argumento y da pábulo a la recreación de un cuadro costumbrista en el que sobresale un lenguaje verdaderamente de pueblo y de calle, con marcado tono burlesco; a la vez que la influencia de la picaresca española enriquece la concepción humorística de la obra.
El hallazgo del testamento reitera el recurso del texto dentro del texto, muy usado en las letras hispanas. La obra no ha sido clasificada definitivamente dentro de ningún género literario, solo en el espacio abierto de la prosa y enmarcado en la llamada escritura costumbrista, sin embargo la preeminencia del diálogo la sitúa entre los antecedentes del teatro y a su vez contiene pasajes poéticos, en boca de uno de sus personajes, Juan Francisco Pita, zapatero y versificador, lo cual aporta un matiz lírico que enriquece el lenguaje de raigambre popular.
El texto no asume grandes pretensiones desde el punto de vista exclusivamente literario; pero si constituye testimonio de un lenguaje coloquial que existía paralelamente al de las élites cultas; y por lo tanto de la existencia y modo de vida de ese propio pueblo, a través de las peculiaridades de su registro lingüístico.
A pesar de que no se ha abordado con profundidad el estudio de esta obra, su valor para los anales de la literatura cubana es reconocido, y recientemente, en el año 2008, con motivo de la conmemoración de los 400 años de literatura en la Isla, la Editorial Letras Cubanas ha publicado un volumen que contiene este y los textos de “Espejo de Paciencia” y “El príncipe jardinero y fingido cloridano”, con lo cual se reivindica su condición de obra inaugural de nuestras letras, especialmente en lo que respecta al choteo.