Historia de la literatura cubana, desde la aparición de “Espejo de Paciencia” en 1608, hasta la actualidad
La creación literaria que es considerada producto y reflejo de la sociedad cubana, se enmarca en coordenadas espaciales que giran en torno al ámbito insular in situ; pero que incluyen asimismo autores y obras gestadas desde la emigración, fenómeno social que ha tenido una continuada incidencia en el país desde sus orígenes y durante los diferentes procesos políticos que signaron su historia, particularmente entre intelectuales y artistas.
El lapso de tiempo en que ha existido literatura en el país, o al menos esta fue escriturada y conservada para la posteridad, se inicia en 1608 con la aparición de la obra “Espejo de Paciencia” del canario Silvestre de Balboa; sin embargo, los antecedentes se remontan a la oralidad de la poesía popular de las tribus aborígenes, expresada en los cantos de los areitos, donde palabra y sonoridad eran dotadas de un carácter taumatúrgico asociado a los albores de la poesía y del arte en general.
La influencia española se asienta a partir de la inmigración peninsular que marcó el proceso de conquista y el desarrollo de la colonia, y por el propio influjo de la literatura de la metrópolis entre los criollos que cultivaban las letras. La esclavitud y el arribo forzoso de miles de negros africanos traería aparejado otro universo cultural que tendría, y aun tiene, su reflejo en el ámbito literario; la llamada transculturación, gran amalgama de tópicos y tradiciones, está en la génesis y el devenir de nuestra literatura.
La producción literaria ha estado estrechamente ligada a las luchas independentistas y revolucionarias, y a la indagación sensorial, conceptual y emocional, en torno a la nacionalidad y la búsqueda de la identidad en el contexto de influencias disímiles. También ha estado presente el diálogo entre lo autóctono y lo ecuménico, y muchos de nuestros escritores han hecho historia en la literatura hispanoamericana y universal, como son los casos de José Lezama Lima, Alejo Carpentier, José Martí y Nicolás Guillén, por solo citar algunos ejemplos.