El artista y su obra, Domingo Ramos Enríquez (1894 – 1956)
Domingo Ramos Enríquez nació el 6 de noviembre de 1894, en Güines, y falleció el 23 de diciembre de 1956. Desde edades tempranas manifestó su vocación por la pintura y tuvo ocasión de estudiar en La Habana, en la Academia de San Alejandro. Adquirió popularidad a partir de un concurso organizado por la revista Bohemia, en 1912; más tarde recibió una pensión del gobierno cubano para continuar estudios en Madrid, en la Academia de San Fernando.
Perfeccionó su arte a partir de las clases recibidas en la Academia y de un amplio recorrido por Europa y su entramado de tendencias pictóricas, ya en 1919 expuso en Barcelona varios paisajes de la geografía española, muy bien acogidos por el público. En 1921 se encontraba de regreso en la Isla, donde presentó una muestra integrada por 41 cuadros, notables en su ejecución.
Aunque era un pintor de proyecciones internacionales, como paisajista no dejó de plasmar lo autóctono; en este sentido, durante todo su crecimiento artístico, lo acompañaría la peculiar geografía pinareña, lo cual ejemplifican piezas como El valle de Viñales, Nocturno, Mogotes de La Costanera, Siembra de Viñales, La sierra principal, Ensenada de Palmarito, Las dos hermanas y Sierra del Cuajaní. A su vez, el paisaje habanero quedaría reflejado en los cuadros El río Almendares, El bosque, Habana, Alrededores de Puentes Grandes, Río Piloña de La Habana y Los Colosos, entre otros.
Poco después, en 1923, una muestra de treinta y ocho obras de Domingo Ramos fue exhibida en un local del Diario de la Marina, entre estas se encontraban algunas inspiradas también en el paisaje occidental de la Isla, el Pinar y La Habana pictóricos: Tarde en el valle, Otoño en Viñales, Atardecer, Peñas de Viñales, Cueva del Espejo, Remanso del río San Vicente, Lomas de Santo Tomás y Tarde dorada. Esta exposición contribuyó a consolidar su prestigio como creador.
En 1838 uno de sus paisajes, de grandes dimensiones, presidiría la muestra de Cuba presentada en la Feria de Nueva York. Los mogotes de la Sierra de los Órganos, en pleno atardecer, fueron plasmados por el artista con particular maestría y emoción creadora, en ocasión de este evento internacional. Se dice que el cuadro resultó uno de los más atractivos para el público que asistió al mismo, deslumbrado por la exhuberancia de la naturaleza cubana. Los paisajes rurales de Domingo Ramos marcarían un hito en la plástica cubana y en las proyecciones posteriores de muchos de nuestros artistas.