Feliciano Ibáñez (1867 – 1940) y la pintura de la guerra


De Feliciano Ibáñez se conoce que nació el primero de julio de 1867; pero no la fecha exacta de su muerte. Junto a otros artistas de su generación -término que todavía no era empleado para referirse a las promociones artísticas- estudió en la prestigiosa Academia San Alejandro, donde se destacó por su temprano talento.

Tuvo como maestro al pintor Camilo Salaya, con quien colaboró en la decoración del Teatro Terry de Cienfuegos. En esta etapa también concibió varias escenografías para el montaje de obras de teatro, lo que contribuyó a su tratamiento del espacio y a la manera en que seleccionó los motivos de sus piezas pictóricas. También recibió una notable influencia de otro de sus profesores, el pintor Meissonier.

Las luchas independentistas y sus principales figuras fungieron como principal inspiración de las obras de Feliciano Ibáñez, lo cual complementaba el sentimiento de la nacionalidad, desde su arista política, que otros de sus contemporáneos habían trabajado, con énfasis en la naturaleza vernácula y en el tejido social. No solo puso su arte al servicio de la causa, sino que colaboró con fondos a la continuidad de la misma.

Entre las obras de este carácter se cuentan Batalla de Mal Tiempo -una de las más populares-, Combate en El Caney, Combate de Jimaguayú, Combate de Palo Seco, que pertenecen a la colección de Domingo Galdós. En esta línea también se inscribe Hospital de sangre, que muestra una de las facetas más duras del conflicto. Entre sus retratos se cuentan varios de Antonio Maceo y de Máximo Gómez, así como del poeta José Jacinto Milanés.

Tuvo asimismo una faceta de dibujante, poco conocida, que quedó recogida en varios ejemplares del periódico Cacarajicara, entre otros. Su obra llegó a otras latitudes del orbe, a capitales del arte como París, donde expuso, en 1900, la pieza La hora de la cita. Tuvo una fructífera simbiosis con otros artistas, como Francisco Pierrá y Miguel Ángel Melero, con quienes culminó la Batalla de Champigni.

Pintor de nuestras gestas, se dice que incluso Máximo Gómez posó para el artista. A estas piezas, que recogen momentos emblemáticos del enfrentamiento a España, le comunicó su emoción creadora, que contribuyó a preservar nuestra historia y, en cierto sentido, convertirla en inspiradora leyenda para las generaciones posteriores.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
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