Domingo Ramos Enríquez nació el 6 de noviembre de 1894, en Güines, y falleció el 23 de diciembre de 1956. Desde edades tempranas manifestó su vocación por la pintura y tuvo ocasión de estudiar en La Habana, en la Academia de San Alejandro. Adquirió popularidad a partir de un concurso organizado por la revista Bohemia, en 1912; más tarde recibió una pensión del gobierno cubano para continuar estudios en Madrid, en la Academia de San Fernando.

Perfeccionó su arte a partir de las clases recibidas en la Academia y de un amplio recorrido por Europa y su entramado de tendencias pictóricas, ya en 1919 expuso en Barcelona varios paisajes de la geografía española, muy bien acogidos por el público. En 1921 se encontraba de regreso en la Isla, donde presentó una muestra integrada por 41 cuadros, notables en su ejecución.

Aunque era un pintor de proyecciones internacionales, como paisajista no dejó de plasmar lo autóctono; en este sentido, durante todo su crecimiento artístico, lo acompañaría la peculiar geografía pinareña, lo cual ejemplifican piezas como El valle de Viñales, Nocturno, Mogotes de La Costanera, Siembra de Viñales, La sierra principal, Ensenada de Palmarito, Las dos hermanas y Sierra del Cuajaní. A su vez, el paisaje habanero quedaría reflejado en los cuadros El río Almendares, El bosque, Habana, Alrededores de Puentes Grandes, Río Piloña de La Habana y Los Colosos, entre otros.

Poco después, en 1923, una muestra de treinta y ocho obras de Domingo Ramos fue exhibida en un local del Diario de la Marina, entre estas se encontraban algunas inspiradas también en el paisaje occidental de la Isla, el Pinar y La Habana pictóricos: Tarde en el valle, Otoño en Viñales, Atardecer, Peñas de Viñales, Cueva del Espejo, Remanso del río San Vicente, Lomas de Santo Tomás y Tarde dorada. Esta exposición contribuyó a consolidar su prestigio como creador.

En 1838 uno de sus paisajes, de grandes dimensiones, presidiría la muestra de Cuba presentada en la Feria de Nueva York. Los mogotes de la Sierra de los Órganos, en pleno atardecer, fueron plasmados por el artista con particular maestría y emoción creadora, en ocasión de este evento internacional. Se dice que el cuadro resultó uno de los más atractivos para el público que asistió al mismo, deslumbrado por la exhuberancia de la naturaleza cubana. Los paisajes rurales de Domingo Ramos marcarían un hito en la plástica cubana y en las proyecciones posteriores de muchos de nuestros artistas.

Enrique Crucet nació en La Habana, el 12 de julio de 1895. Su formación académica fue bastante completa, pues cursó estudios de pintura en el Centro Gallego de La Habana (1912), en la Academia de San Alejandro y más tarde en la Real Academia de San Fernando, Madrid. Vivió también durante un tiempo en Barcelona, a partir de su interés en interactuar con disímiles corrientes del arte real, más allá de lo estrictamente teórico y técnico.

Hay que decir que el estilo de Crucet se modeló sobre todo en la Academia de San Fernando, aun cuando en Cuba había adquirido el dominio necesario sobre las técnicas que más tarde emplearía. En dicha academia tuvo como profesores a destacadas figuras de la enseñanza de la plástica en España, como Cecilio Plá, Joaquín Sorolla, Julio Blanco y Julio Romero de Torres, entre otros que contribuyeron a que fuera perfilando su concepción del arte y de cada cuadro en particular.

En 1918 regresó a Cuba y desarrolló un intenso período de creación que se extendería aproximadamente hasta 1920, año en que se encontraba nuevamente en Madrid, donde expuso estos cuadros de motivos insulares, muy bien acogidos en la antigua metrópolis. Era ya un pintor de renombre que contribuiría a internacionalizar la cultura cubana, aun en ciernes, a través de la propia valía de su obra pero también de la cubanía de los temas que seleccionó, en cuanto a contenido y forma.

En este sentido, las gestas independentistas del siglo XIX constituyeron tópicos frecuentes de inspiración para Enrique Crucet, tanto sitios y acontecimientos emblemáticos de las mismas como figuras históricas que tomaron parte principal en ellas. En cuanto a este aspecto, sobresalen las series La Ruta de Martí y Por la ruta de la invasión, ambas de profundo contenido patriótico. Crucet también fue creador de varias naturalezas muertas que sobresalen por el tratamiento del color y remiten a lo vernáculo en el paisaje.

El 1952 presentó una muestra de su obra en Nueva York y dos años más tarde recibió el Primer Premio en el VII Salón Nacional de Cuba, con el cuadro Viñales, una región que suscitaría el interés de varios artistas de la plástica nacional. Una parte de su obra puede ser vista en el Museo Bacardí, integrada por Sierra de la Gran Piedra, La Gran Piedra, Mañana de sol en la sierra, La palma en la sierra, El Escambray, Belic en Las Coloradas, Niebla en las cumbres y La sierra desde la Gran Piedra.

En Europa, fundamentalmente en Italia, existieron en torno al Renacimiento algunas mujeres que se dedicaron con éxito a la pintura, generalmente hijas o personas allegadas a artistas pictóricos reconocidos, que contaban con un taller donde desarrollar sus cuadros. La tendencia se fue incrementando tímidamente con los años, también en América y en Cuba, donde ya en el siglo XIX habían desplegado una obra meritoria, si bien no extensa, artistas como Concepción Mercier (1861 – 1935), Rita Matilde de la Pezuela y la propia Juana Borrero (1877 – 1896).

Sobre Luisa Fernández Morell, se conoce que nació en La Habana, en el año 1897 y vivió hasta después de 1952. Se destacó como artista y también como profesora, era dueña de un estilo de trazo luminoso que fue consolidando a lo largo de su formación académica, que no se limitaría a las fronteras nacionales. Su obra tiene el valor de reivindicar la óptica femenina sobre el paisaje y las figuras que plasmó, lo cual ejerció cierta influencia sobre creadoras de etapas posteriores.

Aunque se había graduado de Bachiller en Ciencias, desde edades tempranas manifestó su interés por la creación artística y estudió en la Academia de San Alejandro, donde obtuvo excelentes resultados. Continuó su formación en Italia, aunando los estudios artísticos con los del idioma, esto último en la Academia Víctor Manuel III. Posteriormente viajó a los Estados Unidos y allí perfeccionó las técnicas pictóricas que ya empleaba, complemetando los conocimientos adquiridos.

En 1927 había regresado ya a Cuba y comenzó entonces a desempeñarse como profesora de la Academia de San Alejandro, lo cual hizo en varias cátedras, contribuyendo a la formación integral de sus alumnos. Sus acuarelas fueron reconocidas por la crítica especializada, por ellas recibió, entre otros, el Premio en Colorido del Ministerio de Educación y el del Círculo de Bellas Artes de La Habana.

Entre las vertientes pictóricas que cultivó se cuentan la acuerala y los paisajes, así comó el ámbito de las flores, con sus variedades morfológicas y cromáticas. Algunas obras de esta autora se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes y en la Academia de San Alejandro, así como otras instituciones. Particularmente el plantel de San Alejandro conserva una grata memoria de esta artista, su personalidad, su obra creadora y docente.

Payasos terapéuticos, muestra fotográfica de una labor humanitaria

Las funciones de los payasos terapéuticos de la Colmenita constituyen un proyecto en verdad hermoso, ellos se han propuesto con sus acciones hacer felices a los pequeños pacientes del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, y han conseguido que aflore más de una sonrisa. En esta ocasión los niños asumieron el protagonismo, en el taller “Haciendo cine en el hospital” y realizaron una serie de fotografías de los payasos, con el apoyo de estos. Las instantáneas integran una muestra titulada “Veo veo…¡Payasos!…¿de qué color?”, que comenzó el 4 de abril del 2015 y se extenderá hasta el día 30, en la Galería Carmen Mantilla. Especialmente recomendada por nuestro sitio web, sin dudas un espacio ideal para cultivar la sensibilidad de los más pequeños de casa.

II Concurso Nacional de Colografía Belkys Allón, en la Perla del Sur 2

En la ciudad de Cienfuegos, entre el 7 y el 10 de abril del 2015, tendrá lugar el II Concurso Nacional de Colografía Belkys Ayón, en homenaje a la notable grabadora y dibujante cubana, nacida en 1967 y que lamentablemente falleciera en 1999. El evento cuenta con el auspicio del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), la Sociedad Gráfica de Cienfuegos y el Estate Ayón. En el mismo participan 35 artistas, quienes suman un total de 60 obras, además de las muestras colectivas de grabadores mexicanos y colombianos; y una exposición personal del cienfueguero Marcel Molina, ganador de la primera edición del evento.

Premio de Composición Casa de las Américas, una cita imprescindible con la música latinoamericana y caribeña 3

Entre el 6 y el 10 de abril del 2015 tiene lugar la VI Edición del Premio de Composición y el Taller Latinoamericano de Composición e Interpretación, en la sede de la Casa de las Américas. El número de piezas en concurso ronda la cifra de 20, procedentes en su totalidad de esta región del continente, así como el jurado, integrado por Eddie Mora (Costa Rica), Darwing Aquino (República Dominicana), Germán Cáceres (El Salvador), así como Edesio Alejandro y Beatriz Corona (Cuba), quienes darán a conocer su fallo en la jornada de clausura.

El público podrá asistir a las presentaciones del cuarteto José White, de México; así como a las del grupo de música de cámara contemporánea Alea 21, de Puerto Rico, además de disfrutar los conciertos de orquestas y ejecutantes del ámbito nacional. Están previstos los paneles teóricos “Máxima expresión con el mínimo de recursos, una posibilidad más”, a cargo del costarricense Eddie Mora; y “Estrategias de creación sonora con nuevas tecnologías”, por el mexicano Rodrigo Sigal. Sin dudas, una cita imprescindible para escuchar la buena música de Nuestra América.

Desde el domingo 5 de abril y hasta el próximo día 8 se extenderán las actividades de esta fiesta del humor gráfico, en el que participan creadores de 23 países, con propuestas visuales en torno al tema de la defensa de la paz en la coyuntura actual a nivel global. El evento cuenta con el auspicio del Círculo de Humoristas e Historietistas de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y del Museo del Humor de San Antonio de los Baños. Las obras seleccionadas están expuestas en el XIX Salón Internacional de Humorismo Gráfico y en el Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela; asimismo, se han concebido espacios colaterales de debate y recreación: conferencias, conciertos de música, desfiles populares y un ciclo de cine en comunidades rurales. A continuación, la programación correspondiente a las jornadas restantes del evento:

Lunes 6 de abril, La Habana

  • 9:00 a.m. – 11:00 a.m., Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Coloquio Humorismo Gráfico y Academia.

  • 11:00 a.m. – 11:30 a.m., Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Presentación de libros de humorismo gráfico y del catálogo de la XIX Bienal Internacional de Humorismo Gráfico Cuba 2015.

  • 11:30 a.m., Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Inauguración de la exposición “Elpidio Valdés y la historieta cubana”, de Juan Padrón.

  • 2:00 p.m. Galería Sala Covarrubias del Teatro Nacional.

Inauguración de la exposición personal “La línea infinita”, de Ramiro Zardoya.

  • 4:00 p.m. Galería de la Revista Revolución y Cultura.

Inauguración de la exposición personal de Reynerio Tamayo, “Humor vs. Humor”.

  • 00 p.m. Sala del té de la Casa de la prensa.

Descarga humorística con varios invitados.

 

Martes 7 de abril, San Antonio de los Baños

  • 10:00 a.m., Vidriera de la calle Real de San Antonio de los Baños.

Inauguración de la exposición “Cartoon Club en el Ariguanabo”.

  • 11:00 a.m., Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela.

Apertura de la muestra personal “Amolados”, de Edel Rodríguez Molano.

  • 12:00 m. – 1:00 p.m., Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela.

Conferencia: El humor gráfico en la prensa habanera de los años 1986 – 1990, una fuente documental inexplorada.

  • 3:00 p.m., Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela.

Inauguración de la muestra personal “Chubasco en su tinta”, de Víctor Enmanuel Vélez (Chubasco).

  • 4:00 p.m., Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela.

Inauguración de la exposición “Montos ink”.

 

 

Miércoles 8 de abril, San Antonio de los Baños.

  • 10:00 a.m., Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela.

Inauguración de la exposición personal “Lino no tiene palabra”, de Adalberto Linares Díaz.

  • 11:30 a.m., Museo del humor.

Actividad de celebración con motivo de la Bienal.

  • 4:00 p.m. Patio del Museo del humor.

Otorgamiento de los premios y clausura de las actividades de la Bienal.

 

Nota: Como parte de las actividades vinculadas al evento el propio día 8 de abril, a las 4:00 p.m., en el Centro Cultural Dulce María Loynaz (La Habana), tendrá lugar el acostumbrado encuentro “Miércoles de sonrisa”, esta vez con la investigadora Adelaida de Juan y el tema, “Caricatura de la República”.

 

José A. Bencomo Mena nació en Remedios, Villa Clara, el primero de agosto de 1890. Desde niño mostró afición por la pintura. Posteriormente se trasladó a La Habana y matriculó en la Escuela de San Alejandro; allí, por sus excelentes resultados, le fue otorgada una beca para continuar sus estudios artísticos en Europa, donde recorrió varios países y pudo actualizarse de lo que acontecía en materia de arte en las principales urbes del viejo mundo.

Residió en Italia durante 8 años, durante los cuales tuvo la oportunidad de acceder a las fuentes más importantes del arte occidental, la cuna del renacimiento europeo y de los principales motivos y técnicas que aun se hallaban en boga en su época. En la emblemática ciudad de Florencia estudió grabado, tanto al aguafuerte como de xilografía, siendo uno de los precursores en Cuba en cuanto a este ámbito de creación.

Esta etapa de su vida le permitió una amplia formación académica y un contacto directo con la creación artística más variada y prolífica de su tiempo. En este sentido, tuvo la oportunidad de estudiar procedimientos murales en el Instituto de Artes Decorativas de la Escuela de Encáustica de Roma, así como procedimientos y procesos pompeyanos, en distintos centros de arte. No solo fue un estudioso sino que tuvo la posibilidad de exponer sus obras en salones de cierta importancia, con lo cual obtuvo notoriedad fuera de Cuba.

Al regresar a la Isla, continuó su trabajo como artista. Expuso su obra en los salones del Diario de la Marina, con bastante éxito. Posteriormente, en 1928, fue nombrado profesor de la Academia de San Alejandro, integrándose así a un cuerpo docente de élite. Al año siguiente, 1929, obtuvo la Medalla de Plata en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, con un paisaje de particular colorido y vitalidad.

Fue uno de los precursores del diálogo de la plástica con otras artes, por ejemplo con la ejecución del cuadro Rimas de Bécquer. Entre sus obras más conocidas figuran El billetero, La huérfana, Práctica de la virtud, Cavilación, En el huerto de Hetzemaní, Guajiro sin tierra, Desalojo (los dos últimos son buenos exponente del tratamiento de la temática social), Padre, El tanque, El criollo y emoción franciscana, entre otros. En este pintor se entrelazan de manera armoniosa lo autóctono y lo ecuménico.

Juan Emilio Hernández Giró nació el 22 de mayo de 1882, en Santiago de Cuba, y falleció el 7 de noviembre de 1953, en La Habana. Las primeras clases de pintura las recibió tanto de su padre, Rodolfo Hernández Soleliac, como de un médico francés, con conocimientos de artes plásticas, nombrado Luis Oscar Marisy. Con 16 años matriculó en la Academia de Haití, donde perfeccionó las técnicas del dibujo y comenzó a pensar en grandes proyectos, antes de retornar a su natal Santiago de Cuba.

Una vez en Santiago, se puso en función de dos obras que serían las primeras de importancia de este artista, por el formato y el cuidado de los detalles, se trata de El desembarco de Martí y Gómez y La muerte de Flor Crombet. Como se aprecia en los títulos, lo subyugaban los temas de la recién concluida gesta, sobre la cual recreó otros pasajes y tópicos como La batalla del Caney, La visión de Maceo, La invasión a Occidente y El incendio de Bayamo, entre otros que respondían a esta inspiración.

En esta etapa de su vida recibió un apoyo importante de Emilio Bacardí, posteriormente viajó a España, donde residió varios años. Allí continuó dedicándose a la creación artística y a los estudios relacionados con esta, concibió no solo cuadros sino dibujos y bocetos que permiten acercarse a la evolución de su arte y a las preocupaciones inherentes al mismo, más allá del preciosismo técnico. Tuvo también la oportunidad de viajar a Inglaterra, Holanda y Bélgica, donde intimó con otros artistas y amplió su cosmovisión en materia de arte.

En 1924 regresó a Cuba, era ya un pintor de prestigio y contaba con un arsenal de técnicas que no solo utilizaría en sus obras sino que le permitirían también emprender una carrera como docente en la Escuela de San Alejandro, donde su impronta todavía perdura. Aun lejos de la Isla, el ámbito de la realidad que le interesaba plasmar no había variado sustancialmente, incluso fue el autor de los 101 dibujos a pluma que forman parte del libro Historia de Cuba en imágenes. No solo le interesaba la historia propiamente bélica e insular, pues había creado ya La jura de Hernán Cortés y El primer alcalde municipal, entre otras piezas de este corte.

Otra arista de su trabajo incluye los retratos, entre los cuales se cuentan cerca de 300, entre ellos del poeta José María Heredia, de René Doumic (Real Academia de Francia) y de Mademoiselle Jeanne Hatto, por solo citar algunos. En cuanto a la temática religiosa no fue prolijo, pero sí encontramos la pintura de Nuestra Señora del Carmen y otro cuadro en que se mezclan motivos diversos, de corte más bien histórico: Las ruinas heroicas de la Iglesia de Bayamo. Asimismo, fue el autor de Taita Pablo pilando café cubano, un ejemplo de costumbrismo de altos quilates con afán de trascendencia. Sin duda, un pintor imprescindible de nuestra plástica.

Juana Borrero, quien solo vivió hasta los 18 años de edad, fue una joven de extraordinario talento que no tuvo tiempo de desarrollar todo su potencial creativo, no solo en las artes plásticas sino también en la poesía, donde alcanzó altas cimas. Hija de Consuelo Pierra Agüero y de Esteban Borrero Echeverría, destacado médico, escritor y hombre de cultura, vivió buena parte de su infancia en una emblemática mansión de Puentes Grandes, que fue sede de famosas tertulias habaneras, en las cuales participaba la propia Juana.

El interés de la niña por la pintura y sus inquietudes existenciales surgen precisamente en esta mansión, bajo el positivo influjo del padre y el contacto que propiciaba con la naturaleza y el ámbito cultural de la época. El dibujo fue una de las manifestaciones esenciales que cultivó, en un afán por reflejar todo aquello que la circundaba, con la vehemencia propia de la juventud pero ya con una calidad que reconocieron muchos de sus contemporáneos, entre ellos Julián del Casal, con quien mantuvo una estrecha relación. El poeta llegó a afirmar:

“Para comprender el valor de sus cuadros, es preciso contemplar algunos de ellos. Corta serie de lecciones recibidas de distintos maestros han bastado para que iluminada por su genio se lanzase a la conquista de todos los secretos del arte pictórico. Puede decirse sin hipérbole alguna que está en posesión de todos ellos”.

Su primera profesora de pintura fue Dolores Desvernine, quien la introdujo en los rudimentos de la técnica y despertó en ella la pasión de pintar. Ya a los nueve años comienza a estudiar en la Academia de San Alejandro, donde, a pesar de ser mujer, descolló por sus excepcionales dotes artísticas. Allí tuvo como profesores a Luis Mendoza y Antonio Herrera, y aprendió un poco más sobre la perspectiva y el uso del color, convirtiéndose en una joven exponente de la plástica cubana de entonces, lamentablemente una promesa trunca por su temprana muerte.

Más adelante también recibió varias clases de Armando García Menocal, quien se dice que quedó sorprendido ante la destreza de la joven para el dibujo de un boceto y consideró que no tenía verdaderamente nada nuevo que enseñarle, pues ella ya poseía un dominio perfecto de las técnicas pictóricas de su época, aunado a la imaginación y a la sensibilidad de un alma como la suya, acompasada a los latidos de su tiempo y de su mundo, que era Cuba por sobre todas las cosas.

En la década de 1890 viajó dos veces a Washington con su padre, en la primera estancia recibió, durante seis meses, lecciones de pintura del profesor Mc Donald, con lo cual completaría su formación académica. Después del estallido de la guerra de 1895, su familia se sumó a la emigración, primero en Centroamérica y posteriormente en Cayo Hueso, donde Juana enfermó gravemente y falleció, antes de cumplir 19 años. La mayoría de los cuadros pertenecen a familiares de la joven, una de las más talentosas promesas de las bellas artes y las bellas letras que tuvo la Isla en la etapa finisecular.

VI Festival de las Artes, con los jóvenes del ISA

Desde el lunes 23 de marzo y hasta el domingo 29 se extenderá la sexta edición del Festival de las Artes, encuentro que convoca en la capital el Instituto Superior de Arte (ISA). El evento incluye un amplio espectro de actividades artísticas y académicas y comenzó con una ceremonia mágico – religiosa denominada Awan, que constituye un ritual de limpieza espiritual para auspiciar el buen curso de la semana. Los espectáculos teatrales y danzarios estarán a la orden del día, junto a performances y actividades que pretenden llevar el arte a toda la comunidad, por asalto y a manos de los jóvenes.

IV Encuentro de Orquestas de Guitarra en las Tunas

Del 25 al 29 de marzo del 2015 tendrá lugar en las Tunas el IV Encuentro de Orquestas de guitarra, un ámbito ideal para concordar en un intercambio con cuerdas donde participarán artistas de varias provincias de la Isla. La cita será también la ocasión de rendir homenaje al maestro Jesús Ortega, en su 80 cumpleaños. Ya han confirmado su presencia los conjuntos de Isaac Nicola y Sonantas Habaneras, así como otras agrupaciones de Villa Clara, Camagüey y Granma. El centro de la guitarra estará en el Teatro Tunas, pero se prevén otros espacios de debate teórico en torno a la interpretación y la composición musical.

Fiesta de Teatro para Niños y Jóvenes, en Cienfuegos

Así fue llamado el evento que tendrá lugar en la Perla del Sur, entre los días 26 y 29 de marzo, justamente porque se trata de una fiesta en que los más pequeños de casa tendrán la oportunidad de disfrutar a sus anchas del maravilloso arte de las tablas. Un total de 13 agrupaciones tomarán parte en la cita, entre las cuales se encuentran Retablos, Teatro de los Elementos y Guiñol de Cienfuegos, entre otros que cuentan con merecido reconocimiento por parte del público cubano. Con motivo del Día Internacional del Teatro, el 27 de marzo, se hará entrega justamente del Premio Provincial de Teatro.

Armando García Menocal, uno de los más célebres pintores cubanos, nació el 8 de julio de 1868 y falleció el 28 de septiembre de 1942; la mayor parte de su vida transcurrió en su ciudad natal, La Habana. Antes de cumplir 18 años ya había culminado los estudios en la Academia San Alejandro. Viajó entonces a Madrid, donde obtuvo varios reconocimientos por su descollante obra, entre ellos el Segundo Premio en la Exposición Nacional de Madrid, otorgado por la pieza Generosidad Castellana.

A su regreso a Cuba continuó su quehacer, imbuido ya de las principales corrientes pictóricas de Europa. Su obra Embarque de Colón por Bobadilla fue concebida expresamente para la Exposición de Chicago, de 1893. En la pieza el Descubridor de América aparecía encadenado, a lo cual se oponían las autoridades españolas, pero aun así fue exhibida sin modificaciones en el Teatro Tacón, de la Habana. Ello constituyó uno de sus primeros enfrentamientos al poder colonial, presente en buena parte de su obra.

Al producirse el levantamiento armado de 1895, Menocal se incorporó a la insurrección e incluso figuró de ayudante de Máximo Gómez, sin abandonar nunca su vocación artística. Sus vivencias le permitieron plasmar en sus piezas un vívido panorama, no solo de las hazañas bélicas, sino también de la tragedia de los heridos y los eventos más duros, como la muerte de Antonio Maceo, cuya representación se conserva en el museo de la ciudad, e incluso obtuvo, en 1915, la medalla de oro en la exposición de California. Otras piezas de este corte fueron La batalla de Coliseo y La Invasión.

El insigne pintor también decoró algunas instituciones ilustres de la ciudad, como el Palacio Presidencial y la Universidad de La Habana, labores que datan de 1918. Para el magno centro de estudios concibió las piezas La Medicina, Las Bellas Artes, La Ciencia, El Pensamiento, El Derecho, El Comercio y La Astronomía, de acuerdo a las principales disciplinas que allí se cursaban. Era primo de Mario García Menocal, quien fuera presidente de la República y estuvo vinculado a estos encargos, motivados sobre todo por la valía de la obra de Menocal.

Asimismo, decoró un chateau que poseía la dama Rosalía Abreu, emplazado en el barrio de Palatino. Además de los temas históricos y de los retratos que realizara, concibió marinas, naturalezas muertas y obras de carácter mitológico, con un espectro creativo bastante amplio. Fue, durante varios años, profesor de la cátedra de Paisaje de la Academia San Alejandro. Constituye una de las figuras imprescindibles de la pintura cubana del tránsito entre el siglo XIX y XX, decididamente uno de los principales cimientos de nuestra plástica.

De Feliciano Ibáñez se conoce que nació el primero de julio de 1867; pero no la fecha exacta de su muerte. Junto a otros artistas de su generación -término que todavía no era empleado para referirse a las promociones artísticas- estudió en la prestigiosa Academia San Alejandro, donde se destacó por su temprano talento.

Tuvo como maestro al pintor Camilo Salaya, con quien colaboró en la decoración del Teatro Terry de Cienfuegos. En esta etapa también concibió varias escenografías para el montaje de obras de teatro, lo que contribuyó a su tratamiento del espacio y a la manera en que seleccionó los motivos de sus piezas pictóricas. También recibió una notable influencia de otro de sus profesores, el pintor Meissonier.

Las luchas independentistas y sus principales figuras fungieron como principal inspiración de las obras de Feliciano Ibáñez, lo cual complementaba el sentimiento de la nacionalidad, desde su arista política, que otros de sus contemporáneos habían trabajado, con énfasis en la naturaleza vernácula y en el tejido social. No solo puso su arte al servicio de la causa, sino que colaboró con fondos a la continuidad de la misma.

Entre las obras de este carácter se cuentan Batalla de Mal Tiempo -una de las más populares-, Combate en El Caney, Combate de Jimaguayú, Combate de Palo Seco, que pertenecen a la colección de Domingo Galdós. En esta línea también se inscribe Hospital de sangre, que muestra una de las facetas más duras del conflicto. Entre sus retratos se cuentan varios de Antonio Maceo y de Máximo Gómez, así como del poeta José Jacinto Milanés.

Tuvo asimismo una faceta de dibujante, poco conocida, que quedó recogida en varios ejemplares del periódico Cacarajicara, entre otros. Su obra llegó a otras latitudes del orbe, a capitales del arte como París, donde expuso, en 1900, la pieza La hora de la cita. Tuvo una fructífera simbiosis con otros artistas, como Francisco Pierrá y Miguel Ángel Melero, con quienes culminó la Batalla de Champigni.

Pintor de nuestras gestas, se dice que incluso Máximo Gómez posó para el artista. A estas piezas, que recogen momentos emblemáticos del enfrentamiento a España, le comunicó su emoción creadora, que contribuyó a preservar nuestra historia y, en cierto sentido, convertirla en inspiradora leyenda para las generaciones posteriores.

José Joaquín Tejada nació en Santiago de Cuba, era primo del también pintor Guillermo Collazo Tejada y tuvo vínculos con José Martí, durante la estancia de ambos en la ciudad de Nueva York. Aunque cultivó varias facetas como artista, descolló fundamentalmente en el ámbito del paisaje, con una inspiración romántica que distingue la factura de sus piezas.

La primera parte de su formación académica transcurrió en la propia ciudad de Santiago de Cuba. Más tarde recibiría una beca del Ayuntamiento y ello le permitirá viajar a Europa. Poco después se radicó en Nueva York, con posterioridad en México y, algunos meses después, en Barcelona; completando así un itinerario que influyó notablemente en su formación artística.

Sus piezas incorporan elementos vernáculos, también en el paisaje, con lo cual fue uno de los primeros pintores cubanos que exalta el ámbito de la naturaleza del país, asociada al sentimiento de la nacionalidad. En este sentido, durante su primera etapa como pintor, podemos hallar entre sus motivos a gente común, que padece la pobreza, a negros que aún son víctimas de la discriminación racial, y, en sentido general, un colorido retrato social.

Entre sus cuadros más importantes de esta etapa se encuentran, según reseñara José Martí, Beldad desolada, Bocas del Toro y La Lista de la lotería (conocida también como La confronta), en los cuales se aprecian los tópicos reflejados, que parecían prometer una obra de compromiso social que, sin embargo, siguió otros derroteros estéticos, sin perder por ello su valor esencial.

José Martí llegó a afirmar: “En él está humanitario y robusto el pintor nuevo de Cuba y desde hoy se puede decir: su nombre será gloria”.

José Joaquín Tejada resultó un pintor bastante proteico, que se movió por diversas cuerdas de la creación artística. Tuvo importantes vínculos de amistad con pintores catalanes, a quienes conoció durante su estancia en Barcelona y que influyeron en su propia obra. Así, llevó sus conocimientos ecuménicos de pintura a lo insular, con notables realizaciones.