Guillermo Collazo Tejeda nació en La Habana, el 7 de junio de 1850, y falleció en París siendo todavía joven, el 26 de septiembre de 1896. Pertenecía a una familia de patriotas, muchos de cuyos miembros participaron activamente en la Guerra de los Diez Años y en otros movimientos insurreccionales, entre ellos su hermano Enrique Collazo, quien alcanzó el grado de General del Ejército Libertador. Cuando contaba 17 años de edad, en 1868, se hallaba en Santiago de Cuba, y, tras el fusilamiento de uno de sus primos, sus padres lograron que se embarcara en una goleta hacia los Estados Unidos.

No existen muchos datos del periodo de su vida en que permaneció en el país del Norte, aunque sí se conoce que recibió clases en Nueva York, en el taller del pintor Sarony. Tuvo un apartamento en la calle Víctor Hugo, donde tenía expuestas obras de arte de inmejorable factura; el cual constituía además un centro conspirativo al que acudían las principales figuras que desde la emigración apoyaban el movimiento independentista y la coordinación de expediciones cargadas con armas, municiones y otros útiles de guerra.

Al regresar a Cuba ya había alcanzado notoriedad entre las capas más altas de la sociedad y su obra contaba con bastante demanda. Tenía vínculos con otros artistas, como Cabanel, Durand, Calorús y Bonnat, así como escritores, entre los cuales se contaba el insigne poeta Julián del Casal, quien escribió algunos textos que nos permiten adentrarnos en el universo pictórico de Guillermo Collazo y en la exquisitez de su obra plástica.

Su obra se desenvolvía fundamentalmente en el ámbito del retrato y la descripción a pincel de emotivos paisajes. Muchas damas habaneras posaron para el artista, quien plasmaba actitudes contemplativas, jóvenes reclinadas en divanes, señoras pensativas al puro estilo decimonónico, patios ornamentados con vistosas plantas y, en general, obras de un preciosismo que a veces llegaba a ser excesivo, pero que no desdecía de su impronta romántica y de acendrada cubanía.

Entre sus retratos emblemáticos pueden citarse el de la señora Malpica y el de la señora Emelina Collazo de Ferrán, ambos realizados antes de su partida hacia Francia. Por otra parte, la pintura francesa tuvo una influencia poderosa en su obra, pero en ella primó un modo de hacer propiamente criollo, auténtico en sus expresiones. Al decir de Casal, “Todo lo que brota de su pincel es refinado, exquisito, primoroso”.

Leopoldo Romañach nació el 7 de octubre de 1862 en Corralillo, Villa Clara, y falleció el 10 de septiembre de 1951 en La Habana, su larga vida estuvo dedicada casi por entero a la pintura, y le permitió desarrollar distintas etapas de creación, a tono con los movimientos artísticos que se sucedían en Cuba y en el mundo. Tras la muerte de su madre, Isabel Guillén, fue enviado por su padre, Braudilio Romañach, a España. Ello sucedió cuando tenía solo 5 años, y hasta los 14 estuvo residiendo en distintas ciudades de la península: Rosas, Gerona y Barcelona.

A su regreso a Cuba comienza a trabajar en un comercio en El pueblo de Vega de Palma, oficio al que su padre quería que se dedicara. Después comenzó a residir en Remedios, donde tenía las tardes libres para ir a pintar paisajes. Posteriormente pasaría a Caibarién, donde realizó las primeras obras por encargo, a partir de las gestiones de uno de sus cuñados. Su vocación estaba consolidada; pero aun carecía de la formación académica necesaria para emprender la carrera artística.

En este período su padre le pagó un viaje a Nueva York, para que aprendiera inglés y consolidara sus conocimientos de comercio. Al regreso se trasladó a La Habana, con un encargo de venta de varios centenares de tercios de tabaco, que no cumplió. En vez de ello se empeñaba en asistir a las clases de colorido de la Academia de Bellas Artes San Alejandro, ello ocasionó la ruptura de los lazos filiales.

De vuelta a Caibarién, contaría con la colaboración del español, administrador de Aduana, Francisco Ducassi, cuyo hijo también era aficionado a la pintura. Este consiguió sendas becas para los jóvenes, en Italia. Ya en la ciudad de Roma, tuvo por profesores a los españoles Francisco Padilla y Enrique Serra y al italiano Filippo Prosperi, este último director de la Escuela de Bellas Artes en esa urbe.

A esta etapa de su vida se deben las obras Nido de miseria, expuesta actualmente en el Museo de Santa Clara, y La convaleciente, que obtuvo medalla de oro en la Exposición de San Luis, Estados Unidos, en 1904. Esta última pieza lamentablemente se perdió, a causa del naufragio del barco que la traía de regreso a Cuba.

En 1895, a causa del estallido del movimiento insurreccional, pierde la pensión que recibía del gobierno español y se traslada a Nueva York, allí tiene que atravesar duras vicisitudes pero finalmente recibe la ayuda de la caritativa dama Marta Abreu. Regresa a Cuba y, con la colaboración de varios amigos fieles, entre los cuales se encontraba el ex autonomista Raimundo Cabrera, obtiene el puesto de profesor en la Cátedra de Colorido de la Academia San Alejandro.

Aun tendría tiempo de viajar a Francia y a otros países europeos, donde estuvo en contacto con otras técnicas pictóricas. Con posterioridad a este viaje concibió La promesa, La última prenda, La muchacha del abanico y Cumpliendo el voto, entre otras piezas. Su obra se caracterizó siempre por una radical sinceridad expresiva, que trasmitió también como principio a sus discípulos. Fue merecedor de numerosos reconocimientos y constituye uno de los pintores cubanos más significativos del tránsito del siglo XIX al XX.

Esteban Chartrand y Dubois nació en Matanzas, el 11 de octubre de 1840; y falleció el 26 de enero de 1883. A pesar de su corta vida, es uno de los pintores más significativos del arte cubano de la época, además de haber alcanzado el reconocimiento de sus contemporáneos y convertirse en referencia de la acaudalada burguesía de las ciudades más importantes de la Isla.

Su notoriedad se debió, fundamentalmente, a la belleza de sus paisajes, donde la fecundidad y el tratamiento cromático de las imágenes resultaban bastante novedosos. Empleaba tonos violáceos, amarillos y naranjas, con técnicas que denotan la influencia del romanticismo francés y de otras latitudes, pero que adquieren particular significación en cuanto al ámbito cubano.

Ello puede ilustrarse incluso solo con algunos títulos: Valle del Yumurí, Estero de Matanzas, Río San Juan, Batey de un cafetal y Un ingenio, todas ellas piezas que pertenecían a la colección de Guillermo de Zaldo. En esta misma línea se inscribe “El salto de Hanabanilla”, que fue exhibida en la Sexta Conferencia Interamericana, en 1933, junto a las piezas que se mencionan en el próximo párrafo.

Hay que decir que “Amanecer”, “Al mediodía”, “La tarde” y “La noche”, constituyen los lienzos más importantes de este autor, juntos conforman un interesante mosaico de su visión artística y del empleo de las técnicas pictóricas que dominó a la perfección. Estos datan de 1873 y fueron encargados por el poderoso hacendado Don Mariano Averhoff y Prieto, propietario del central azucarero Averhoff, en Matanzas. Posteriormente pasaron a manos de Bernardo Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez.

También fue autor de “Paisaje”, “El guardián de talanquera” -ambas de la colección de Emilio Govantes-, así como de “Turbonada de mediodía”. Las piezas “El castillo de La Chorrera a la puesta del sol” y “El Torreón de San Lázaro a la salida del sol” se hallaban en poder de Andrés Terry y Rodríguez Lazanque. Una de sus piezas más conocidas, “Casa de calderas del ingenio Tinguaro”, pertenecía a la colección de Julio Lobo.

Aunque la obra de Tomás Codezo no tuvo la trascendencia de la de otros cultivadores de las artes plásticas en la Isla, sí resulta uno de los primeros exponentes de la pintura, cuyo desarrollo rebasaba lentamente la etapa de búsquedas fundacionales, asociadas a la imitación de los modelos europeos, fundamentalmente españoles, que llegaban a las costas cubanas.

Este pintor, nacido en La Habana, contó con una formación académica de excelencia para la época, pues no solo estudió en la Escuela de San Alejandro sino que recibió clases en París y en Roma, con los artistas Henri Regnault y Mariano Fortuny, respectivamente. Ello le permitió ampliar el bagaje de técnicas pictóricas y alcanzar una significativa perfección formal.

Se destacó fundamentalmente como paisajista y retratista, la investigadora Ursulina Cruz señala que fue también “pintor de historia”, lo que sugiere que existen referencias de obras de esta naturaleza creadas por el artista, que no han llegado hasta nuestros días, aunque una de sus mejores piezas, “El Padre Las Casas recibiendo los prisioneros españoles”, aborda este tópico.

Entre sus retratos más conocidos figuran el de la Marquesa de Duquesno, quien fuera justamente una de las personas que atesoraron mayor número de piezas de Codezo. También se cuentan los retratos de las hijas del Conde de la Casa Montalvo, Doña María de Jesús y Doña María de la Concepción Montalvo y Pedroso, ambos de 1862. Por su parte, Guillermo de Zéndegui, quien fuera el factótum de Fulgencio Batista en materia cultural, tenía en su colección el Retrato de José Carbonell.

Como retratista tuvo asimismo como modelo al señor Fernández Saavedra, esta pieza data de 1868 y se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes. Por otra parte, fue el artífice de una litografía con el retrato del poeta José Jacinto Milanés, que se exhibió en 1940 en el entonces Ministerio de Obras Públicas, antiguo Convento de Santa Clara. Los motivos mitológicos también estuvieron presentes en su obra, en este sentido descolló “La venus adormecida”, según algunos críticos, su pieza mejor lograda.

1Miguel Melero Rodríguez, nacido en La Habana, fue un artista prolífico que no solo se especializó en el retrato sino que también recreó naturalezas muertas, así como temas históricos, religiosos y mitológicos. Legó además pequeños cuadros de caballete que permiten reconstruir una faceta muy importante de su obra pictórica y del arte insular decimonónico, en sentido más amplio. Entre sus profesores cabe mencionar a Frederic Mialhe y a Hércules Morelli.

Con poco más de treinta años ya había viajado a España, Francia e Italia, lo que le permitió estar en contacto con las corrientes vivas del arte europeo, donde los temas mitológicos de origen griego y latino continuaban ocupando un lugar relevante desde el Renacimiento, ello lo refleja, por ejemplo, en “El rapto de Dejanira por el centauro Nesso”, pieza que aún se conserva en la Academia de San Alejandro.

Sin embargo, la temática religiosa -católica- ocupó un espacio fundamental en su obra, lo cual puede estar asociado no solo a su vocación sino a que las instituciones eclesiásticas constituían entonces uno de los principales mercados del arte. Entre los títulos que concibió en este sentido se encuentran “El juicio final” -pieza de grandes dimensiones emplazada en el altar mayor de la Capilla del Cementerio de Colón-, “Jesús y Margarita de Alcorque” y “Santa Teresa de Jesús”.

La figura de Cristóbal Colón inspiró muchas de sus piezas, entre las que se encuentran “Colón en el Consejo de Salamanca” e incluso una escultura del Descubridor de América, ubicada en el parque que lleva su nombre. No son numerosas las piezas escultóricas de Melero Rodríguez que han perdurado hasta nuestros días, sin embargo se conserva la de José. A. Cortina, erigida en su sepulcro de la Necrópolis de Colón.

Por último, y no por ello menos importante, resulta imprescindible reseñar brevemente la labor docente de este artista. Primeramente fue profesor de dibujo del Colegio El Salvador, dirigido por el insigne filósofo José de la Luz y Caballero. Más adelante sería director de la Academia de Bellas Artes San Alejandro -el primer cubano que estuvo al frente de la Institución- en la que implementó una serie de reformas, la más importante de ellas fue la de permitir la entrada a la mujer en sus aulas, en fecha tan temprana como 1878. Entre sus discípulos se cuentan Arburu Morell y Armando García Menocal.

El humor cubano llega hasta Europa, exposición de dibujos de Arístides Hernández

En el salón de exposiciones del European Cartoon Center, en la ciudad de Kruishoutem, Bélgica; se exponen desde el pasado 24 de enero 140 dibujos humorísticos de Arístides Hernández, más conocido por Ares. El público podrá disfrutar de las piezas hasta el día 22 de marzo del presente año, en un centro en que han expuesto una veintena de los mejores caricaturistas del mundo. Posteriormente Ares viajará a Francia para asistir al homenaje que se le tributará a los caricaturistas de Charlie Hebdo que fueron víctimas del reciente ataque terrorista a la sede de esta revista humorística.

Coloquio en homenaje al dramaturgo Abelardo Estorino, en Matanzas

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Desde el día 26 y hasta el próximo 29 de enero sesionará en la provincia de Matanzas un coloquio en torno a la vida y obra del insigne dramaturgo, director y crítico teatral Abelardo Estorino (1925 – 2013). Este evento ha sido organizado por la Casa de la Memoria Escénica y la Casa Editorial Tablas – Alarcos, en el marco del mismo está prevista la proyección del documental “Estorino en Matanzas”, de Ana Valdés Portillo y la lectura dramatizada de “El mago de Oz”, a cargo de Teatro de las Estaciones. Tomarán parte figuras vinculadas al arte de las tablas, como el dramaturgo Ulises Rodríguez Febles y el crítico Omar Valiño, así como grupos teatrales de prestigio, entre los que se cuentan Teatro del puerto y El público.

El año de las artes visuales, primicias de la Bienal de La Habana

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En Conferencia de prensa, el director del Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, Jorge Fernández Torres, anunció la celebración de la duodécima Bienal de La Habana entre los días 22 de mayo y 22 de junio del 2015. Con el tema “Entre la idea y la experiencia”, la Bienal se propone integrar a las instituciones culturales y a la sociedad cubana en su conjunto en una propuesta múltiple de saberes que tributen al arte. En la programación de actividades se cuentan las exposiciones de Iván Capote y René Francisco, que tendrán lugar en la Galería Habana, así como la conmemoración de aniversarios cerrados de artistas de la plástica como Fidelio Ponce de León, Carlos Enríquez, Fayad Jamís y Alfredo Sosabravo, entre otros.

Este precursor, mulato, conocido sencillamente cono Nicolás de la Escalera, nació el 8 de septiembre de 1734, en La Habana; y murió el 3 de julio de 1804. Tenía sangre andaluza por parte de padre pero su madre era criolla. En la historia de la pintura cubana, es el primero en legar una obra que se ha conservado en buena medida hasta nuestros días, susceptible de estudio y valoración. De formación autodidacta, es posible sin embargo que recibiera los rudimentos del arte en algún convento de la ciudad, en su estilo se aprecia la influencia del artista español Esteban Murillo, algunas de cuyas obras llegaron a Cuba, y en sentido general de la escuela española del siglo XVII, a la que tenía mayor acceso por razones lógicas, dado el vínculo cultural prevalente entre colonia y metrópolis.

La primera pieza que salió de sus manos la constituye un retrato de Luis Vicente Velazco, capitán de navío que había caído valientemente en la defensa de la Fortaleza del Morro durante la Toma de la Habana por los Ingleses, esta le fue enviada como regalo al Rey Carlos III por el propio pintor. Desde este momento, una de las facetas principales de la obra de Escalera y Domínguez sería la de retratista, así como la vertiente religiosa. Sus obras más significativas tienen este carácter, en particular las cuatro pechinas de la Catedral de los Campos de Cuba, en Santa María del Rosario, La Habana, según nos comenta la investigadora Ursulina Cruz Díaz.[ Cruz Díaz, Ursulina. Diccionario biográfico de las Artes Plásticas. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1996, p.129.
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En este templo eclesiástico, que fue erigido por las gestiones y el financiamiento de los Condes de la Casa Bayona, se hallan también las siguientes obras del pintor: Glorificación de Santo Domingo, Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís, la Virgen del Rosario y Santa Teresa. Su sentido de la religiosidad resultaba auténtico, sobre todo la devoción que le profesaba a Santo Domingo de Guzmán, aspecto este que se trasluce en la expresividad de sus imágenes. Sin embargo, no hay que olvidar que en muchos casos sus piezas eran copias de las de otros pintores foráneos, realizadas a partir de encargos de congregaciones y órdenes religiosas que querían aumentar el esplendor de sus iglesias, en una época en que todavía la pintura, en la consideración de algunos, no pasaba de mero oficio.

Su retrato de la familia del conde de la Casa Bayona, Don José Bayona y Chacón, ha pasado a la historia de la representación plástica de la sociedad cubana, por ser la primera en que se muestra la imagen del negro. Se trataba de un esclavo que poseía la familia, quien al parecer había contribuido a curar una dolencia de su amo, a partir de las propiedades terapéuticas que le atribuía a los manantiales que corrían en territorio de la hacienda. Ello puede citarse entre los antecedentes más lejanos del costumbrismo, en cuanto al contraste de la escena a una típica de la nobleza europea, si bien la inclusión del esclavo no respondía a una motivación directa del artista sino a la solicitud del Conde.

En el conjunto de su obra existen piezas que se exhiben en museos o están en manos de coleccionistas privados, en particular los señores Mingoanse, Mendiola y Antonio García Hernández. A la colección de Mendiola pertenece La Magdalena, entre otras piezas. Por su parte, García Hernández contaba en su colección con San José y el niño, San Antonio, San Alipio y un Don Luis de las Casas. Sin embargo, su representación más conocida de Don Luis de las Casas se hallaba en la Casa de Beneficencia. En el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba están expuestas tres de sus obras. Como uno de los primeros criollos que se dedicó a las bellas artes, ya en pleno siglo XVIII, el llamado Siglo de las Luces, la obra de Nicolás de la Escalera no debería ponderarse por los valores artísticos propiamente dichos, sino por los derroteros que comienza a abrir en la pintura de la Isla.

Los verdaderos orígenes de la pintura cubana se remontan al período previo a la conquista, donde coexistieron o prevalecieron los grupos aborígenes de guanatahabeyes, siboneyes y taínos. A pesar de que estos no alcanzaron el desarrollo de otros asentamientos de América Central y América del Sur, y fueron exterminados en menos de un siglo, dejaron una huella que no se borró totalmente, sobre todo a través de los pictogramas hallados en muchas cuevas y de piezas de alfarería con interesantes decorados, esto último en el caso de los taínos, que conocían la cerámica.

Con la colonización española y la consecuente inmigración de peninsulares, paulatinamente se fueron introduciendo piezas de artistas europeos que se sumarían al ámbito visual de las generaciones posteriores, es decir los criollos. Ya en el primer siglo de la conquista hay referencias de una obra plástica cuyo autor había nacido en tierra cubana: el retablo o altar mayor de la Parroquial Habanera, de Juan Camargo, de quien no se conocen otros datos ni piezas. En el siglo XVII, para 1646, otro pintor cubano, nombrado Juan de Salas y Argüello, le había donado su obra “San Miguel Arcángel y Nuestra Purísima Concepción” a la iglesia del Convento de Santa Clara, de las monjas clarisas, en La Habana.

En el siglo XVIII ya algunos pintores criollos resultaban conocidos, entre ellos José Nicolás de la Escalera y Domínguez (1734 – 1804), Juan del Río (1748 – 1846) y Vicente Escobar y de Flores (1762 – 1834), quienes eran retratistas y también continuaban con la tradición de la imaginería religiosa. Paralelamente, algunos se dedican al “oficio” de manera ocasional, incluso personas conocidas por otros motivos, como el poeta Juan Francisco Manzano y el conspirador José Antonio Aponte, ambos negros, en una sociedad esclavista y, consecuentemente, profundamente racista. Por otra parte, proliferaban las imágenes pictóricas populares, de autor desconocido, donde se expresaba la exhuberancia del trópico y elementos de la identidad cubana, antes de que la isla se constituyera en nación.

En el siglo XIX la pintura cubana se define fundamentalmente por el academicismo, en ello influyó el contexto histórico – social decimonónico, con el auge que empezaba a tomar la burguesía criolla, que tenía como modelo al viejo mundo europeo y su refinamiento artístico, de impronta romántica. La fundación de la Escuela de San Alejandro (originalmente recibió el nombre de Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura), en 1818, determinó que se instaurara este modelo, donde lo autóctono social en ocasiones quedaba relegado. El paisaje natural, las zonas rurales, sí fueron plasmados pero desde una óptica sentimental e idílica, en ello tuvo un papel destacado el matancero Esteban Chartrand y Dubois (1840 – 1883).

Los albores del siglo XX, en particular la década de los 20, conllevaron un proceso innovador en la pintura cubana. A la par que comenzaba a expresarse lo auténticamente nacional, muchos artistas tuvieron la posibilidad de recorrer importantes urbes culturales y nutrirse de diversas tendencias artísticas, lo cual rompió con el aislamiento que había primado en siglos anteriores. La Escuela de San Alejandro continuó siendo el centro formador por excelencia de los pintores cubanos, pero se flexibilizó en cuanto a postulados conceptuales y estéticos; por ejemplo, en 1937, Eduardo Abela funda allí el Estudio Libre de Pintura y Escultura. Con el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, tuvieron lugar nuevas transformaciones, no solo en la creación sino en el consumo cultural, dado el incremento general del nivel de escolaridad de la población. Lo autóctono y lo universal han continuado su diálogo desde entonces en la pintura cubana, a pesar de las vicisitudes económicas, y se vislumbra una creación pictórica cada vez más diversa, donde las concepciones estéticas no se impongan como modelos absolutos.

José Nicolás de la Escalera y Domínguez (1734 – 1804), sus obras pictóricas

Las artes plásticas engloban un conjunto de disciplinas que tienen por común denominador una visualidad que puede llamarse fija -convencionalmente, pues la creación contemporánea desafía cada vez más los reduccionismos teóricos- asociada a un objeto físico, cuyo valor puede residir en la cualidad artística per se o estar determinado por una finalidad práctica, de uso para un individuo o una comunidad, a la cual se le añaden los rasgos artísticos. Entre sus principales manifestaciones consideramos las siguientes: pintura, escultura, cerámica, grabado, fotografía, arquitectura y diseño gráfico, que surgieron y se diferenciaron en contextos histórico – sociales disímiles, pero sobre un acervo común interactuante en la cultura.

En la historia de las artes plásticas de la Isla convergen los signos de lo autóctono y los universos “importados” con el binomio de colonización y esclavitud, que implicó la introducción de la vertiente española del arte europeo (a su vez influida por el período secular en que la península permaneció bajo dominio musulmán) y la cultura africana con su peculiar simbología e imaginario. Sus orígenes están dados por objetos de uso cotidiano, ceremonial o de culto de los aborígenes, fundamentalmente los taínos, entre los que se cuentan herramientas, asientos y vasijas, trabajados en piedra, madera o barro. En los albores de la plástica el fin mágico – religioso resultaba esencial, por ello los cemíes -ídolos aborígenes- labrados en piedra u otros materiales, constituyen el centro de un sistema de creencias que tuvo diversas expresiones en el ámbito visual.

Con el Descubrimiento de América, la llegada de los colonizadores españoles y la fundación de las primeras villas, comenzó a operarse una transformación raigal del ámbito de la Isla. Las fortificaciones militares, las iglesias con su imaginería, decorados y objetos litúrgicos; así como las construcciones civiles que irrumpirían poco más tarde, aportaron el impulso principal de las citadas disciplinas artísticas. El escudo de la ciudad de San Cristobal de la Habana y la estatua que después sería conocida como “La Giraldilla”, en el castillo de la Fuerza, se cuentan entre las primeras piezas donde el arte aparece como fin en sí mismo, más allá de lo utilitario; aunque estas cumplirían también su función en el plano simbólico, como representación viva de la ciudad.

De esta amalgama de elementos, lentamente comenzó a cristalizar una cosmovisión propiamente cubana de las artes, que se plasmaba fundamentalmente en la arquitectura, esencial para la expansión de las ciudades y con ellas de la llamada civilización; si bien ello representó prácticamente el exterminio de los aborígenes y de su cultura. Lo criollo, asociado a la emergencia de una incipiente burguesía como clase social, comenzó a imponerse en Cuba, cuando todavía no existía la nación sino que la isla era considerada una provincia española de ultramar. En el siglo XVIII primó en la arquitectura el llamado estilo barroco cubano, que no fue tan abundante en decorados como el español, a causa de las características de la piedra que entonces se trabajaba. El despotismo ilustrado que caracterizó en esta época a la Corona Española implicó un impulso significativo de las artes y de la cultura en general. Se construyó el primer teatro en la Isla, “El Coliseo”, en la Alameda de Paula, ya insertado en este estilo arquitectónico, y las iglesias que datan del período, como la Catedral de la Habana, poseen características distintivas, particularmente en cornisas y columnas.

La pintura cubana, con los antecedentes culturales ya señalados, tiene su primer exponente en Nicolás de la Escalera. En rasgos generales la imaginería religiosa, el retratismo y, poco después, el paisaje natural de la Isla, constituyeron los principales tópicos durante los primeros siglos de colonización hispana, aspecto que se abordará en otros acápites. La fundación de la Academia de San Alejandro, en 1818, representó un hito en cuanto a la evolución de esta disciplina. Por otra parte, las técnicas del grabado estuvieron asociadas, fundamentalmente, al comercio de tabaco; los anillos que se le colocaban a los puros y los envases o cajas, cada vez más trabajados desde el punto de vista artístico, constituyen un antecedente importante de la publicidad.

En el siglo XX, con el advenimiento de la República, despliega su labor un conjunto de pintores y escultores que habían sido discípulos o estaban de algún modo vinculados a los presupuestos estéticos de la escuela de San Alejandro, donde el academicismo desempeñaba un papel importante. Nombres como Víctor Manuel, Carlos Enrique, Fidelio Ponce de León, Mariano Rodríguez y René Portocarrero, entre otros no menos importantes, despliegan su obra plástica en este período, muchas veces frente a la incomprensión de sus coetáneos. La influencia norteamericana se deja sentir, fundamentalmente en la publicidad, no siempre concebida cabalmente desde postulados artísticos.

Con el triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959, se modificó el entramado de las relaciones internacionales de la Isla y la Unión Soviética se convirtió, en buena medida, en referente de sociedad y de cultura. Al mismo tiempo y en consonancia con las concepciones de la Europa del Este, el arte se propuso testimoniar las transformaciones sociales que estaban teniendo lugar y acercarse al pueblo, lo cual representó un cambio de signo estético, que abrió nuevos espacios de creación en la plástica pero cerró otros igualmente válidos. La fundación de instituciones culturales como la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) permitió una mayor difusión de las obras plásticas pero en ocasiones se operó una nociva subordinación del arte a la propaganda política, fundamentalmente en las décadas del 1960 y 1970. Tras el periodo especial y el desencanto que primó en los años 90, reflejado también en el ámbito de las artes plásticas, los artistas contemporáneos apuestan por las instalaciones, la participación del público, el arte pop y otros derroteros que evidencian una mayor libertad estética.

 

Asociación Cultural Yoruba de Cuba
Signo Regente: OTURASA
1er Testigo: OGBEYONO
2do Testigo: OSHEBILE
Profecía: Ire Ariku Oyale Lese Orunla ( Un Bien de Salud con Firmeza Mediante Orunla ) Addimú: Obi Meyi, Itana Meyi, Igba Omi (2 Cocos, 2 Velas y 1 Jícara con Agua).
Gobierna: Obatala
Acompaña: Yemaya
Bandera: Blanca con ribetes azules.
EBBO: 1 gallo, 1 jicotea, 1 corona, 1 perla, corteza de una palma, un cuchillo de doble filo, un pedazo de piedra de amolar, un carbón, mariwo, tierra de la casa del trabajo de las 4 esquinas, de un hueco, muñeco hembra y macho, flecha, trampa, tela roja, pescado ahumado, cascarilla, jutia ahumada, corojo, cacao, aguardiente, 2 cocos, 2 velas, opolopo owo.

REFRANES DEL SIGNO.
La mujer es un río donde se rompe todos los güiros
Nunca se sabe cuando una mujer peca, ni cuando se cae el millo
La mujer del cernícalo pone la guerra y el fuego en sus huevos
Perro que ladra no muerde
Nace un Awo y mueres una palma.

EN ESTE SIGNO NACE:
La enfermedad llamada Vitíligo (Leucodemia).
La consagración de las momias.
El libro de los muertos.
El mito de sincretizar a Oggun con San Pedro.
El secreto de por qué se le pone llave a OGUN.
El movimiento de las manos para escribir.
La gran corona de YEWA.
El filo del cuchillo.
La virtud del gato de caer siempre de pie.
Habla la balanza del mundo, donde Shango dió tres vueltas de carnera.
Habla de fenómenos en el Cielo.
Hablan las tres cosas: el hogar, la cárcel y la tumba.
La fortuna de Oturasa es la ODUARA (piedra de rayo).
Manda a cuidarse la vista.
Tener cuidado a quien se coloca en su casa.

PLANTAS DEL SIGNO: Guacamaya francesa, caisimón, ñame, mangle rojo, jobo, ceiba, palma, aroma amarilla. Oddun salaye de Yewa

RECOMENDACIONES.
Dice Ifa:
Mantener la higiene a todos los niveles.
Cumplimentar con las consagraciones pendientes.
Cumplimentar la presentación al Tambor de aquellos que lo tengan pendiente.
Atender el campo espiritual.
Recalcar en nuestros senos religiosos, hábitos y costumbres en la higienización. Dice Ifa: Actualización de los documentos legales.
Evitar las indisciplinas sociales.
Cuidar las relaciones matrimoniales.
Evitar los vicios.
Cuidarse de enfermedades de trasmisión sexual.
Estimular la unificación familiar, religiosa y social.
Cuidado con traiciones y falsos testimonios.
Evitar la ambición desmedida.
Nunca olvidarse de donde uno proviene.
Evitar la exposición al Sol sin la debida protección.
No se debe maltratar a los niños.
Cuidarse de picaduras de mosquitos, evitar los vertederos.
Tomar todas las medidas necesarias para reducir los accidentes automotores.
Que debe primar el respeto en toda relación.
Que debemos saber comportarnos para evitar bochornos.
Evitar el engaño y el adulterio.
Tener mucho cuido en delegar nuestra responsabilidad.
Que todos los religiosos deben acudir a sus mayores en busca de orientación.
Para conocimiento general:
El 1ro de Diciembre del 2014, con la presencia de un número significativo de Babalawos cubanos y de otros países y los miembros del Consejo Cubano de Sacerdotes Mayores de Ifa, se realizaron las Ceremonias correspondientes a la Pre-apertura de la Letra del año 2015 en la Sede de la Asociación. Se cumplimentó con las 25 posiciones fundamentales. En todos los casos la respuesta de las deidades, fueron muy satisfactorias.
El día 30 de Diciembre del 2014, se hicieron los sacrificios correspondientes a las deidades que se determinó en la Pre- Apertura.

XIX edición del Encuentro Nacional de Trovadores “Longina” 

El encuentro comenzó el miércoles 7 de enero y se extenderá hasta el domingo, 11 de enero, en sus sedes habituales de la provincia de Villa Clara. Está dedicado al insigne compositor e intérprete Manuel Corona y contará con la presencia de destacadas figuras de este género musical, entre ellos Tony Avila, autor de piezas musicales que constituyen referentes de la contemporaneidad en materia de música, como “La choza de Chacho y Chicha”. A la cita se han sumado Yaima Orozco, Alaín Garrido, Roly Berrió y el dúo de Lien y Rey, entre otros artistas que cultivan el género siempre renovado de la trova.

Desde febrero hasta abril, fiesta del libro en toda Cuba 

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La 24 Feria Internacional del Libro de la Habana tendrá lugar entre los días 12 y 22 de febrero en la capital, y posteriormente se hará extensiva a todas las provincias del país. Esta edición tendrá a la India como país invitado de honor y estará dedicada a los escritores Olga Portuondo y Leonardo Acosta, de quienes verán la luz 11 y 8 títulos, respectivamente. En conjunto, las editoriales lanzarán al mercado 900 títulos, con más de tres millones de ejemplares. Asimismo, se ha anunciado la participación de 88 expositores extranjeros.

Letra del año 2015, Asociación Cultural Yoruba de Cuba 

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En el gran ajiaco de la cultura de la Isla, definida por Fernando Ortiz con este símbolo del mestizaje en su esencia cálida, nutricia y al mismo tiempo muy cubana, las tradiciones africanas que llegaron a nuestras costas ocupan un sitial importante. La religión yoruba ha permeado durante siglos el ámbito social de la Isla, entre creyentes y no creyentes, en respetuosa convivencia. Los tambores, la indumentaria, los nombres y los “patakies” de los santos que conforman el panteón, se integran naturalmente tanto a la cotidianeidad como al afán de trascendencia de los cubanos. En ese espíritu, les ofrecemos la “Letra del año”, un conjunto de definiciones y predicciones que, de acuerdo con el sistema de concepciones yoruba, nos acompañará durante todo el 2015.

Letra del año

 

La obra artística y pedagógica de José Carlos Romero está dejando ya su impronta en el ámbito de las artes plásticas en Cuba. Este joven -de solo 22 años, egresado de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro- ha articulado una interesante propuesta para la enseñanza de las técnicas de dibujo a niños de entre 6 y 12 años de edad. Los resultados obtenidos durante los años 2013 y 2014 son elocuentes: 80 estudiantes pasaron por su taller, al tiempo que logró organizar un total de seis exposiciones, en las que se incluyeron más de 150 dibujos de los Pequeños Da Vincis.

galeria2La primera de estas exposiciones tuvo lugar en la tienda de ARTEX de Acosta y 10 de Octubre, en el año 2013, con el tema “Manos y retratos”, la cual estuvo integrada por un total de 51 piezas. El éxito de la muestra constituyó un incentivo para el trabajo y durante el 2014 Romero recibió varias solicitudes, que se concretaron en cinco nuevas exposiciones en distintas locaciones de La Habana: dos de ellas en el Hotel Habana Riviera y las demás en el Hotel Armadores de Santander, en el Museo de la Casa de Asia y en el Museo Nacional de Bellas Artes. Especial impacto tuvo la muestra relacionada con el Torneo Capablanca In Memoriam, en el Hotel Habana Riviera, que incluyó 41 dibujos sobre piezas de ajedrez, una propuesta que propició la imbricación entre arte y deporte, al fomentar el entusiasmo por el llamado juego – ciencia y contribuir así a la formación integral de los educandos. La jornada de la cultura japonesa en Cuba fue el escenario idóneo para exhibir 25 nuevos dibujos, en el Museo de la Casa de Asia, con el tema “El manga y el anime”, tópico que permitió ampliar el ámbito de referencias visuales de los más jóvenes.

galeria1El año 2014 cerró con broche de oro para Carlos Romero, con una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes. Los veinte dibujos seleccionados, a partir del conjunto de piezas creadas por sus alumnos, giraron en torno al tema “Paisaje urbano / Dibujos sobre distintas vistas de la fachada del museo” y muestran los resultados de su método y su dedicación, que despertará un creciente interés en el público interesado en la formación de los próximos valores de la plástica en Cuba y, con ello, del futuro de la cultura cubana. Las obras expuestas se sustentaron fundamentalmente en la técnica de “lápiz de color sobre cartulina blanca” y una variante de “tempera y lápiz de color sobre cartulinas café”, con apreciable dominio del dibujo académico por parte de los infantes, bajo la égida del artista y profesor que hoy entrevistamos.

P/ ¿Cómo y cuándo surgió tu interés por las Artes Plásticas, en particular el dibujo?
R/ Mi interés por el dibujo comenzó desde muy temprana edad, motivado por el estímulo visual de gigantescos y coloridos personajes animados que dibujaba mi mamá en la pared de mi habitación cuando yo tendría, aproximadamente, 12 meses de vida. Sé por medio de anécdotas suyas y de dibujos que conserva con registro del mes y del año, que comencé a dibujar desde que tenía dos años. Desde niño siempre me gustó más una crayola que una carriola. Mientras que mis amigos salían a jugar yo me sentaba frente a una mesa repleta de colores y hojas en blanco durante horas. Hasta la fecha no pasa un solo día sin que yo dibuje, inclusive en una ocasión en que me fracturé la muñeca de mi mano diestra, dibujaba con la zurda.

El dibujo me interesa mucho por ser la base de las artes plásticas: en el sentido de que no es posible ser un buen pintor, un buen escultor o un buen grabador sin ser antes un buen dibujante. Un dibujo es el principio de una idea, la Gioconda antes de ser pintura, fue dibujo. En todas las academias de Bellas Artes del mundo, independientemente de la especialidad del docente, es el dibujo, una materia obligatoria.

P/ La Academia de San Alejandro cuenta con un gran prestigio dentro y fuera de la Isla; desde el punto de vista personal, ¿qué experiencias te resultaron vitales durante tus años de formación allí?
R/ Los profesores de las especialidades artísticas de la escuela eran muy accesibles. Era posible abordarlos fuera de la clase con proyectos y preguntas. El diálogo informal con ellos resultante de estos encuentros era una experiencia muy enriquecedora, pues además de ofrecer su criterio como maestros nos hablaban desde su perspectiva como creadores, pues todos eran artistas activos con una obra plástica reconocida internacionalmente. Otro factor decisivo, fueron las reuniones de los estudiantes en los pasillos para intercambiar información, en las cuales se discutían temas relevantes con el ímpetu y la osadía de la juventud. En la escuela había también una maravillosa biblioteca con una gigantesca colección de libros de arte a los cuales podías tener acceso en cualquier momento del día. Era uno de los espacios que más visitaba en mi tiempo libre, no solo para leer sino también para dibujar, hacer anotaciones y pensar con tranquilidad.

La escuela no solo nos enseñaba a dibujar y a pintar bien, nos enseñaba a desarrollar una investigación artística y a cuestionar los conceptos establecidos. A la hora de presentar un trabajo había que investigar y leer mucho, teniendo atención no solo a los aspectos técnicos sino también conceptuales de una obra: antecedentes, contexto en el cual la obra funcionaba, si tus objetivos son comunicados por ella y otras cuestiones, casi, como una tesis. La repetición de este mecanismo de trabajo desarrolló un proceso de pensamiento elaborado que se extrapolaba a otros aspectos de nuestra vida, haciéndonos a pesar de la edad, maduros y responsables.

P/ ¿Por qué has escogido el trabajo con niños como uno de los caminos fundamentales de tu desarrollo profesional?
R/ Los niños son genios por naturaleza. Ha sido comprobado científicamente, que el cerebro, desde el momento en que nacemos, está aprendiendo, por tanto la expresión “es muy joven para aprender esto”, no se aplica al cerebro. A medida que la ciencia va avanzando y se desvelan los enigmas del funcionamiento cerebral se hace evidente que todos los niños cuentan con herramientas naturales para desarrollar habilidades de genio. Conociendo las áreas de funcionamiento del cerebro es posible potenciar a voluntad, mediante entrenamiento, distintas capacidades: como la memoria, la observación, la capacidad de atención, etc. Trabajando con niños uno aprende que se subestima su capacidad de aprendizaje. Lo cual encierra dos preguntas, ¿se debería repensar el programa educativo para los niños? ¿Se está aprovechando al máximo el potencial de los niños? Trabajar con los niños acerca de sus supuestos límites es una forma de potenciar el desarrollo de los hombres del mañana y contribuir a esto lo considero mi mayor logro profesional.

P/ ¿En qué consiste el proyecto Pequeños Da Vinci?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis consiste en una versión del programa de dibujo que se utiliza en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, con modificaciones generales para hacerlo entendible para un niño de 6 años de edad. Funciona con todos los niños y obtiene resultados grandemente apreciables desde el primer mes. Su nombre es derivado de esa gran personalidad intelectual y científica que fue Da Vinci.

Desde hace 2 años he estado trabajando en esta teoría, tiempo en el cual lo he experimentado exitosamente con una cantidad de 80 niños de 6 a 12 años. La cúspide de sus progresos en el dibujo se han plasmado en las exposiciones que hemos organizado, las cuales son un cierre oficial del contenido que estemos estudiando. Hasta la fecha hemos realizado 6 exposiciones con más de 150 dibujos académicos realizados por niños de 6 a 12 años.

P/ ¿Cómo se originó este proyecto y qué significado tiene para ti?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis comienza con una interrogante que nace debido a mi formación académica, ¿Cuál es el límite de aprendizaje en el dibujo de un niño de 6 años? ¿Puede un niño de esa edad hacer un dibujo académico?
Existe un mito en relación al dibujo y la pintura, que propone que dibujar es el resultado de un “talento especial” con el cual se nace fruto de la herencia genética. Esta idea es sustentada por la existencia de los niños prodigio, quienes desde una temprana edad y sin entrenamiento previo tienen un gran dominio de este arte. Entonces, ¿cómo es posible que un grupo de 80 niños de 6 – 12 años, que nunca antes habían dibujado y que vienen de familias comunes, logren dibujar tan bien como los profesionales? ¿Lo atribuimos al talento, quizás?
En enero del 2012 comienzo este ensayo artístico-científico con un grupo de 20 niños seleccionados al azar, de entre 6 y 12 años de edad. De la experiencia obtenida con ellos durante 4 meses de trabajo, en los cuales pasaron de dibujar como un niño normal, a dibujar de forma sofisticada, se me ocurrió que podía ser posible potenciar esta habilidad en todos los niños, sin embargo no contaba con la cantidad de alumnos necesarios para atestiguar esto. Hice entonces una nueva matrícula con un total de 80 niños organizados en grupos de 20. Durante 2 años les enseñé todo lo que había aprendido en San Alejandro en la especialidad de dibujo y sus avances los hemos mostrado en sus exposiciones con más de 150 dibujos académicos realizados por niños de 6 a 12 años.
El Método Da Vinci representa una forma de despertar las habilidades de genio latentes en todos los niños.

P/ ¿Crees que exista una edad óptima para comenzar el aprendizaje de las técnicas del dibujo?
R/ Existen diferentes etapas del aprendizaje natural de los niños en el dibujo según la edad. Con un año empiezan a hacer “garabatos”, con dos años “garabatos controlados”, con tres y cuatro años “pre-simbolismo”, con cinco años “simbolismo”, con seis años “simbolismo con perspectiva”. Justamente es en esta edad que el Método Da Vinci puede empezar a enseñarse. No es necesario que los niños entiendan lo que están haciendo solo que repitan cada uno de los ejercicios con el uso de las neuronas espejo, encargadas de la imitación. Mediante la repetición constante de estos ejercicios van incorporando a su subconsciente todo el procedimiento de trabajo para hacer un dibujo realista, desarrollando las conexiones neuronales necesarias para desarrollar la habilidad de dibujar. La experiencia de mi trabajo con los niños ha demostrado que estos alcanzan habilidades de dibujo similares a los profesionales en muy poco tiempo. No es necesario que tengan ningún entrenamiento previo, basta con que sepan hacer las figuras geométricas, con las cuales para su edad ya están familiarizados.

P/ Tu trabajo como periodista gráfico ha sido bastante difundido en la revista italiana Internazionale, cuéntame de esta experiencia. ¿Crees que el arte debe de algún modo testimoniar la realidad?
R/ En mi opinión el artista debe ser un hombre de su tiempo, en el sentido de que su trabajo debe responder a las problemáticas del contexto histórico en el cual le toca vivir, en ese sentido creo que sí; sin embargo en el arte conceptos tales como la “realidad” son subjetivos y se manejan desde el enfoque del artista que las emplea. En el caso de mi obra personal, mi poética de trabajo está centrada en una aspiración a lo real, documentando las costumbres, el folclore y el argot del cubano del siglo XXI, prestando especial atención a los aspectos culturales del mismo que no son reconocidos oficialmente como parte de la idiosincrasia cubana, la cultura underground. Esta perspectiva del día a día del cubano, fuera de lo estereotipado, le imprime actualidad e interés a este tema.

P/ ¿Has recibido algún otro reconocimiento fuera de Cuba? ¿Qué significado le atribuyes a los premios?
R/ Sí, obtuve una mención especial en un concurso de historieta realizado en España, convocado por el Hospital Costa del Sol, en el 2013 en su Campaña por la Prevención del Cáncer de piel y la Fotoprotección. El nombre de mi trabajo fue “Draculini y compañía”, era una historieta acerca de un vampiro que conversa con el espectador sobre los daños por sobreexposición solar. Mencionando como dato curioso que el sol también daña a los humanos.

Los premios siempre me sorprenden, pues cuando me presento a un concurso me sumerjo en el proceso creativo disfrutando cada etapa de desarrollo del trabajo. De modo que recibir un premio por algo con lo cual me divertí mucho es siempre una sorpresa.

P/ ¿Has recibido apoyo institucional para la realización de tu proyecto de enseñanza del dibujo a niños de entre 6 y 12 años?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis no está relacionado a ninguna institución y por consiguiente no recibe apoyo de las mismas. La escuela es la sala de mi casa, las obras de las exposiciones las hacemos con cartulinas recicladas, los materiales que utilizamos son de tercera categoría, lo cual no interviene en la calidad de los trabajos ni de la enseñanza artística. No me he asociado a ninguna entidad cultural debido a que el Proyecto todavía está en proceso de formación y esta investigación es un trabajo solamente mío, al recibir apoyo de una institución estaría compartiendo los derechos de autoría.

P/ ¿Consideras que en el país se promociona con suficiente asiduidad el arte joven?
R/ Opino que existe una conciencia acerca de la importancia de crear espacios para la promoción del arte joven porque existen muchas escuelas de arte para adolescentes y jóvenes, no solo de artes plásticas sino también de danza, de música, de artes escénicas, etc. La existencia de estas escuelas implica la coexistencia de lugares donde los egresados puedan presentar su trabajo; sin embargo los que están no son suficientes y debe trabajarse en desarrollar muchos más por todo el país.

P/ Después de seis exitosas exposiciones en que diste a conocer los trabajos de tus alumnos y el dominio de la técnica que podían alcanzar a tan temprana edad ¿qué proyectos tienes en mente?
R/ Seguir trabajando. Estadísticamente 80 niños no constituyen un porciento significativo. Ahora, junto con mi esposa, – también egresada de San Alejandro – hemos ampliado la matrícula de 80 a 567 nuevos alumnos de 6 a 12 años de edad, trabajando con la matrícula completa de dos Escuelas Primarias del municipio Habana del Este, en Alamar. Durante el año 2015 vamos a trabajar con estos niños e ir documentando su evolución. En el 2014 hicimos 5 exposiciones, mi objetivo para el 2015 es triplicarlas. La experiencia resultante de esta etapa va a ser definitiva para la madurez científico-artística del Proyecto Pequeños Da Vincis y su funcionalidad en la práctica.