3.5.7 “El 6 de enero de 1872”, testimonio de Melchor Loret de Mola y Mora


El episodio transcurrido en la fecha del 6 de enero de 1872, en la sabana camagüeyana de Magarabomba, si bien no resulta aislado en el contexto de la guerra y la acendrada crueldad de las huestes españolas, si contiene rasgos truculentos dignos de la literatura de ficción, y cuya expresión testimonial no resulta frecuente dado que el sufrimiento humano no siempre encuentra para sí palabras.

El autor contaba solo 8 años de edad cuando acontecieron los sucesos y fue el único sobreviviente de la masacre cometida contra su familia por dos soldados de las tropas de la colonia, quienes irrumpieron a medianoche en una choza y arremetieron con sendos machetes contra las mujeres y los niños que la habitaban, miembros de la familia Loret de Mola, para incendiar después los despojos, entre ellos el cadáver de una hermana del autor, de dos años de edad.

El texto está dividido en 7 capítulos, a lo largo de los cuales se va acumulando la tensión dramática, suposiciones con respecto a la presencia de tropas españolas en las inmediaciones de la zona que se van confirmando, el temor que es como una latente predeterminación sobre lo que irá aconteciendo, todo ello en un calco fiel de la realidad campesina y la indefensión de las mujeres y niños que vivían en los territorios que se disputaban en la insurrección.

Melchor Loret no tenía formación alguna como escritor; pero si un talento natural para la descripción, aunado al cúmulo de experiencias y emociones vividas que se iban activando a medida que incursionaba en el pasaje más desgarrador de su historia personal.

El autor continúa la narración aun después de efectuada la masacre, su propio despertar de conciencia en un panorama de muerte y desolación, el enfrentamiento del infante con la muerte pero no individual sino de todo lo vivo que hasta ese momento había configurado su espacio. La huída, el deambular y la soledad que arrastró por dos días hasta toparse con una familia que lo recibió, constituyen el colofón dramático del texto, cuya veracidad, más que verosimilitud, es lo que impacta al lector.

Una primera lectura apunta a la denuncia de un crimen cometido en el contexto epocal de la Guerra; pero en su trasfondo se aprecia asimismo el dedo acusador contra el colonialismo español. Tal como sucede con el texto “El Ranchador” –relato de referente real más diluido- la obra evidencia sin proponérselo que cualquier tipo de sujeción deforma la naturaleza humana tanto de sus protagonistas como de sus víctimas, por lo que tiene hondas implicaciones acusatorias y que avalaban la necesidad de continuar la lucha por la independencia nacional.

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