4.1.2.7.9 La obra prosística desplegada por Eliseo Diego (1920 – 1994) antes de 1959


Eliseo Diego desarrolló también una obra en prosa, sobre todo narrativa, de intrínsecos valores más allá del matiz lírico que recorre muchas de sus textos de esta índole. En 1942 publicó “En las oscuras manos del olvido”, conjunto de piezas que no han sido abordadas a fondo por la crítica pero en las que ya se encuentran procedimientos que desarrollaría con más éxito en su siguiente libro.

Probablemente otras de sus piezas narrativas aparecieran en la revista “Clavileño”, que tuvo exigua vida entre 1942 y 1943 y publicó algunas en Orígenes, bajo este sello viera la luz el texto “Divertimentos”, crucial en cuanto a los presupuestos del grupo llevados al ámbito de este género.

En 1945 publica en Orígenes el relato titulado “El desterrado”, en el cual en torno al personaje nombrado Don Alfonso Muñoz Casas refiere la última estancia de la soledad exacerbada por el destierro político y la incomunicación, en un ámbito de antigua riqueza enajenante, de interminables corredores que semejan los caminos perdidos de la mente humana.

En 1946 publica también en Orígenes “El día después”, el cual parte de cierto rejuego entre sueño y realidad, afín a los cuestionamientos de “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca. La soledad, en el sentido de extrema incomunicación, y la muerte emergen aquí como temas centrales, esta última en un trastrocamiento del tiempo desde el cual también puede intercalarse en la vida, en los entresijos del sueño.

En 1949 aparecen asimismo en Orígenes algunos breves asociados al título general de “Los amigos”, más afines a la prosa poética. En líricas descripciones personifica elementos de la naturaleza, con los títulos de “El mar”, “El pez”, “La noche”, “Las nubes”, “El viento” y finalmente “El horror” y “Los amigos”, en sucesión de imágenes en las que se plasman también temáticas esenciales de la obra de Eliseo Diego, como ocurre en “La noche”, que dedicara a José Lezama Lima:

“La noche es el abrigo de un pobre, que cuelga, desgarrado y espeso, en un rincón oscuro.

A través de sus rotos se filtra el resplandor magnífico del fogón, y lo conmueven las ráfagas de la fiesta lejana y la voz profunda del sirviente que dió al pobre de comer.

Llega un momento en que recogerá despacio su abrigo, cuando descienda, entre los emplomados vidrios, la luz al polvillo de oro en el rincón.”

En 1955, concluyendo así el período origenista de su narrativa y como cierre de la etapa, publica “El rey”, en el que una partida de ajedrez y sus piezas se confunden lentamente con los aconteceres de la realidad. La obra narrativa de Eliseo Diego muestra ya aquí madurez en cuanto al manejo de los argumentos y sus tiempos, complementando así su dominio cada vez más vasto sobre el léxico y la creación de atmósfera de ensueños que contienen en sí la pesadilla.

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