4.4.5 La obra ensayística y oratoria de Max Henríquez Ureña (1885 – 1968)


Max Henríquez Ureña, aunque de origen dominicano, residió por largo tiempo en Cuba, específicamente en Santiago de Cuba, donde participó de nuestra vida cultural no solo al insertarse en los espacios sociales educativos y de difusión cultural, sino porque abordó los tópicos de nuestra identidad literaria e influyó con sus estudios en muchos ensayistas posteriores, teniendo así lugar un proceso de influencia recíproca entre su obra y la literatura y vida cultural de la Isla.

El 8 de julio de 1922, pronuncia su discurso “Alma y juventud”, significativo en cuanto a la fecha pues aunque desde las latitudes orientales se relaciona con el despertar de la conciencia nacional que estaba acaeciendo en el decenio, denominado por los estudiosos “década crítica”. Destacan el antiimperialismo, a partir del develamiento de ciertas páginas de la historia norteamericana y el propósito real que albergaba su gobierno al intervenir en la guerra de Cuba contra España en 1898.

En otras alocuciones también rescata la memoria histórica de nuestras gestas independentistas, los héroes forjadores de la Patria y como esta debía hacerse de todos sus hombres, reactualizándose movida por los grandes valores colectivos. Al igual que en “Alma y juventud”, en la mayor parte de sus otros discursos se aprecia su confianza en la juventud en cuanto a la ruptura de las rémoras políticas y sociales, de cierto ímpetu romántico.

Dictó además varias conferencias de temas artísticos y específicamente literarios, con una visión “transdisciplinar”, por llamarla de algún modo, de arte, patente en el propio título de “Tres poetas de la música: Schuman, Chopin y Greg”.

Entre sus estudios literarios de relieve destacan los que publicara en 1918, “Rodó” y “Rubén Darío”, en el que aborda las trayectorias líricas de estas figuras del modernismo y a la vez sobre la corriente y sus implicaciones para Hispanoamérica, en ambos se aprecia cierto desconcierto entre un basamento positivista y las pinceladas impresionistas que se le escapan quizás por su alta condición creativa.

El dominicano se volcó también la redacción de un libro dedicado a la historia de la literatura cubana y su conferencia “El Ocaso del dogmatismo literario”, de 1918, entronca en cierta medida con el empeño renovador de Regino Eladio Boti y José Manuel Poveda, aunque no se aprecia todo el rigor expositivo en cuanto a delimitaciones de escuelas literarias, si intuye la expansión del horizonte de nuestras creaciones nacionales. Textos suyos fueron publicados en “La Lucha”, “La Discusión” y “Cuba Contemporánea”.

El pintor Jorge Arche Silva (1905 – 1956), sus aportes a las Artes Plásticas cubanas
La obra plástica de Enrique Caravia y Montenegro (1905 – 1992)
Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo (1902 – 1982), la trascendencia de su obra plástica
El escultor Teodoro Ramos Blanco (1902 – 1972), su obra
La obra plástica de Gumersindo Barea y García (1901 – ?)
El pintor Carlos Enríquez Gómez (1900 – 1957), un exponente imprescindible de las artes plásticas cubanas
La obra del escultor Juan José Sicre y Vélez (1898 – ?)
La obra del pintor y arquitecto Augusto García Menocal y Córdova (1899 – ?)