José Carlos Romero: retrato del artista joven y de su proyecto “Pequeños Da Vincis”


La obra artística y pedagógica de José Carlos Romero está dejando ya su impronta en el ámbito de las artes plásticas en Cuba. Este joven -de solo 22 años, egresado de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro- ha articulado una interesante propuesta para la enseñanza de las técnicas de dibujo a niños de entre 6 y 12 años de edad. Los resultados obtenidos durante los años 2013 y 2014 son elocuentes: 80 estudiantes pasaron por su taller, al tiempo que logró organizar un total de seis exposiciones, en las que se incluyeron más de 150 dibujos de los Pequeños Da Vincis.

galeria2La primera de estas exposiciones tuvo lugar en la tienda de ARTEX de Acosta y 10 de Octubre, en el año 2013, con el tema “Manos y retratos”, la cual estuvo integrada por un total de 51 piezas. El éxito de la muestra constituyó un incentivo para el trabajo y durante el 2014 Romero recibió varias solicitudes, que se concretaron en cinco nuevas exposiciones en distintas locaciones de La Habana: dos de ellas en el Hotel Habana Riviera y las demás en el Hotel Armadores de Santander, en el Museo de la Casa de Asia y en el Museo Nacional de Bellas Artes. Especial impacto tuvo la muestra relacionada con el Torneo Capablanca In Memoriam, en el Hotel Habana Riviera, que incluyó 41 dibujos sobre piezas de ajedrez, una propuesta que propició la imbricación entre arte y deporte, al fomentar el entusiasmo por el llamado juego – ciencia y contribuir así a la formación integral de los educandos. La jornada de la cultura japonesa en Cuba fue el escenario idóneo para exhibir 25 nuevos dibujos, en el Museo de la Casa de Asia, con el tema “El manga y el anime”, tópico que permitió ampliar el ámbito de referencias visuales de los más jóvenes.

galeria1El año 2014 cerró con broche de oro para Carlos Romero, con una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes. Los veinte dibujos seleccionados, a partir del conjunto de piezas creadas por sus alumnos, giraron en torno al tema “Paisaje urbano / Dibujos sobre distintas vistas de la fachada del museo” y muestran los resultados de su método y su dedicación, que despertará un creciente interés en el público interesado en la formación de los próximos valores de la plástica en Cuba y, con ello, del futuro de la cultura cubana. Las obras expuestas se sustentaron fundamentalmente en la técnica de “lápiz de color sobre cartulina blanca” y una variante de “tempera y lápiz de color sobre cartulinas café”, con apreciable dominio del dibujo académico por parte de los infantes, bajo la égida del artista y profesor que hoy entrevistamos.

P/ ¿Cómo y cuándo surgió tu interés por las Artes Plásticas, en particular el dibujo?
R/ Mi interés por el dibujo comenzó desde muy temprana edad, motivado por el estímulo visual de gigantescos y coloridos personajes animados que dibujaba mi mamá en la pared de mi habitación cuando yo tendría, aproximadamente, 12 meses de vida. Sé por medio de anécdotas suyas y de dibujos que conserva con registro del mes y del año, que comencé a dibujar desde que tenía dos años. Desde niño siempre me gustó más una crayola que una carriola. Mientras que mis amigos salían a jugar yo me sentaba frente a una mesa repleta de colores y hojas en blanco durante horas. Hasta la fecha no pasa un solo día sin que yo dibuje, inclusive en una ocasión en que me fracturé la muñeca de mi mano diestra, dibujaba con la zurda.

El dibujo me interesa mucho por ser la base de las artes plásticas: en el sentido de que no es posible ser un buen pintor, un buen escultor o un buen grabador sin ser antes un buen dibujante. Un dibujo es el principio de una idea, la Gioconda antes de ser pintura, fue dibujo. En todas las academias de Bellas Artes del mundo, independientemente de la especialidad del docente, es el dibujo, una materia obligatoria.

P/ La Academia de San Alejandro cuenta con un gran prestigio dentro y fuera de la Isla; desde el punto de vista personal, ¿qué experiencias te resultaron vitales durante tus años de formación allí?
R/ Los profesores de las especialidades artísticas de la escuela eran muy accesibles. Era posible abordarlos fuera de la clase con proyectos y preguntas. El diálogo informal con ellos resultante de estos encuentros era una experiencia muy enriquecedora, pues además de ofrecer su criterio como maestros nos hablaban desde su perspectiva como creadores, pues todos eran artistas activos con una obra plástica reconocida internacionalmente. Otro factor decisivo, fueron las reuniones de los estudiantes en los pasillos para intercambiar información, en las cuales se discutían temas relevantes con el ímpetu y la osadía de la juventud. En la escuela había también una maravillosa biblioteca con una gigantesca colección de libros de arte a los cuales podías tener acceso en cualquier momento del día. Era uno de los espacios que más visitaba en mi tiempo libre, no solo para leer sino también para dibujar, hacer anotaciones y pensar con tranquilidad.

La escuela no solo nos enseñaba a dibujar y a pintar bien, nos enseñaba a desarrollar una investigación artística y a cuestionar los conceptos establecidos. A la hora de presentar un trabajo había que investigar y leer mucho, teniendo atención no solo a los aspectos técnicos sino también conceptuales de una obra: antecedentes, contexto en el cual la obra funcionaba, si tus objetivos son comunicados por ella y otras cuestiones, casi, como una tesis. La repetición de este mecanismo de trabajo desarrolló un proceso de pensamiento elaborado que se extrapolaba a otros aspectos de nuestra vida, haciéndonos a pesar de la edad, maduros y responsables.

P/ ¿Por qué has escogido el trabajo con niños como uno de los caminos fundamentales de tu desarrollo profesional?
R/ Los niños son genios por naturaleza. Ha sido comprobado científicamente, que el cerebro, desde el momento en que nacemos, está aprendiendo, por tanto la expresión “es muy joven para aprender esto”, no se aplica al cerebro. A medida que la ciencia va avanzando y se desvelan los enigmas del funcionamiento cerebral se hace evidente que todos los niños cuentan con herramientas naturales para desarrollar habilidades de genio. Conociendo las áreas de funcionamiento del cerebro es posible potenciar a voluntad, mediante entrenamiento, distintas capacidades: como la memoria, la observación, la capacidad de atención, etc. Trabajando con niños uno aprende que se subestima su capacidad de aprendizaje. Lo cual encierra dos preguntas, ¿se debería repensar el programa educativo para los niños? ¿Se está aprovechando al máximo el potencial de los niños? Trabajar con los niños acerca de sus supuestos límites es una forma de potenciar el desarrollo de los hombres del mañana y contribuir a esto lo considero mi mayor logro profesional.

P/ ¿En qué consiste el proyecto Pequeños Da Vinci?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis consiste en una versión del programa de dibujo que se utiliza en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, con modificaciones generales para hacerlo entendible para un niño de 6 años de edad. Funciona con todos los niños y obtiene resultados grandemente apreciables desde el primer mes. Su nombre es derivado de esa gran personalidad intelectual y científica que fue Da Vinci.

Desde hace 2 años he estado trabajando en esta teoría, tiempo en el cual lo he experimentado exitosamente con una cantidad de 80 niños de 6 a 12 años. La cúspide de sus progresos en el dibujo se han plasmado en las exposiciones que hemos organizado, las cuales son un cierre oficial del contenido que estemos estudiando. Hasta la fecha hemos realizado 6 exposiciones con más de 150 dibujos académicos realizados por niños de 6 a 12 años.

P/ ¿Cómo se originó este proyecto y qué significado tiene para ti?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis comienza con una interrogante que nace debido a mi formación académica, ¿Cuál es el límite de aprendizaje en el dibujo de un niño de 6 años? ¿Puede un niño de esa edad hacer un dibujo académico?
Existe un mito en relación al dibujo y la pintura, que propone que dibujar es el resultado de un “talento especial” con el cual se nace fruto de la herencia genética. Esta idea es sustentada por la existencia de los niños prodigio, quienes desde una temprana edad y sin entrenamiento previo tienen un gran dominio de este arte. Entonces, ¿cómo es posible que un grupo de 80 niños de 6 – 12 años, que nunca antes habían dibujado y que vienen de familias comunes, logren dibujar tan bien como los profesionales? ¿Lo atribuimos al talento, quizás?
En enero del 2012 comienzo este ensayo artístico-científico con un grupo de 20 niños seleccionados al azar, de entre 6 y 12 años de edad. De la experiencia obtenida con ellos durante 4 meses de trabajo, en los cuales pasaron de dibujar como un niño normal, a dibujar de forma sofisticada, se me ocurrió que podía ser posible potenciar esta habilidad en todos los niños, sin embargo no contaba con la cantidad de alumnos necesarios para atestiguar esto. Hice entonces una nueva matrícula con un total de 80 niños organizados en grupos de 20. Durante 2 años les enseñé todo lo que había aprendido en San Alejandro en la especialidad de dibujo y sus avances los hemos mostrado en sus exposiciones con más de 150 dibujos académicos realizados por niños de 6 a 12 años.
El Método Da Vinci representa una forma de despertar las habilidades de genio latentes en todos los niños.

P/ ¿Crees que exista una edad óptima para comenzar el aprendizaje de las técnicas del dibujo?
R/ Existen diferentes etapas del aprendizaje natural de los niños en el dibujo según la edad. Con un año empiezan a hacer “garabatos”, con dos años “garabatos controlados”, con tres y cuatro años “pre-simbolismo”, con cinco años “simbolismo”, con seis años “simbolismo con perspectiva”. Justamente es en esta edad que el Método Da Vinci puede empezar a enseñarse. No es necesario que los niños entiendan lo que están haciendo solo que repitan cada uno de los ejercicios con el uso de las neuronas espejo, encargadas de la imitación. Mediante la repetición constante de estos ejercicios van incorporando a su subconsciente todo el procedimiento de trabajo para hacer un dibujo realista, desarrollando las conexiones neuronales necesarias para desarrollar la habilidad de dibujar. La experiencia de mi trabajo con los niños ha demostrado que estos alcanzan habilidades de dibujo similares a los profesionales en muy poco tiempo. No es necesario que tengan ningún entrenamiento previo, basta con que sepan hacer las figuras geométricas, con las cuales para su edad ya están familiarizados.

P/ Tu trabajo como periodista gráfico ha sido bastante difundido en la revista italiana Internazionale, cuéntame de esta experiencia. ¿Crees que el arte debe de algún modo testimoniar la realidad?
R/ En mi opinión el artista debe ser un hombre de su tiempo, en el sentido de que su trabajo debe responder a las problemáticas del contexto histórico en el cual le toca vivir, en ese sentido creo que sí; sin embargo en el arte conceptos tales como la “realidad” son subjetivos y se manejan desde el enfoque del artista que las emplea. En el caso de mi obra personal, mi poética de trabajo está centrada en una aspiración a lo real, documentando las costumbres, el folclore y el argot del cubano del siglo XXI, prestando especial atención a los aspectos culturales del mismo que no son reconocidos oficialmente como parte de la idiosincrasia cubana, la cultura underground. Esta perspectiva del día a día del cubano, fuera de lo estereotipado, le imprime actualidad e interés a este tema.

P/ ¿Has recibido algún otro reconocimiento fuera de Cuba? ¿Qué significado le atribuyes a los premios?
R/ Sí, obtuve una mención especial en un concurso de historieta realizado en España, convocado por el Hospital Costa del Sol, en el 2013 en su Campaña por la Prevención del Cáncer de piel y la Fotoprotección. El nombre de mi trabajo fue “Draculini y compañía”, era una historieta acerca de un vampiro que conversa con el espectador sobre los daños por sobreexposición solar. Mencionando como dato curioso que el sol también daña a los humanos.

Los premios siempre me sorprenden, pues cuando me presento a un concurso me sumerjo en el proceso creativo disfrutando cada etapa de desarrollo del trabajo. De modo que recibir un premio por algo con lo cual me divertí mucho es siempre una sorpresa.

P/ ¿Has recibido apoyo institucional para la realización de tu proyecto de enseñanza del dibujo a niños de entre 6 y 12 años?
R/ El Proyecto Pequeños Da Vincis no está relacionado a ninguna institución y por consiguiente no recibe apoyo de las mismas. La escuela es la sala de mi casa, las obras de las exposiciones las hacemos con cartulinas recicladas, los materiales que utilizamos son de tercera categoría, lo cual no interviene en la calidad de los trabajos ni de la enseñanza artística. No me he asociado a ninguna entidad cultural debido a que el Proyecto todavía está en proceso de formación y esta investigación es un trabajo solamente mío, al recibir apoyo de una institución estaría compartiendo los derechos de autoría.

P/ ¿Consideras que en el país se promociona con suficiente asiduidad el arte joven?
R/ Opino que existe una conciencia acerca de la importancia de crear espacios para la promoción del arte joven porque existen muchas escuelas de arte para adolescentes y jóvenes, no solo de artes plásticas sino también de danza, de música, de artes escénicas, etc. La existencia de estas escuelas implica la coexistencia de lugares donde los egresados puedan presentar su trabajo; sin embargo los que están no son suficientes y debe trabajarse en desarrollar muchos más por todo el país.

P/ Después de seis exitosas exposiciones en que diste a conocer los trabajos de tus alumnos y el dominio de la técnica que podían alcanzar a tan temprana edad ¿qué proyectos tienes en mente?
R/ Seguir trabajando. Estadísticamente 80 niños no constituyen un porciento significativo. Ahora, junto con mi esposa, – también egresada de San Alejandro – hemos ampliado la matrícula de 80 a 567 nuevos alumnos de 6 a 12 años de edad, trabajando con la matrícula completa de dos Escuelas Primarias del municipio Habana del Este, en Alamar. Durante el año 2015 vamos a trabajar con estos niños e ir documentando su evolución. En el 2014 hicimos 5 exposiciones, mi objetivo para el 2015 es triplicarlas. La experiencia resultante de esta etapa va a ser definitiva para la madurez científico-artística del Proyecto Pequeños Da Vincis y su funcionalidad en la práctica.

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